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Miércoles, 6 de diciembre 2023, 11:13
La logroñesa calle Laurel no es lugar muy dado a los estrenos. Los locales son ocupados por bares que han cumplido ya muchas décadas en la privilegiada ubicación del corazón gastronómico de la capital riojana y dejan poco hueco a nuevas incorporaciones.
Sin embargo, poco antes de la pasada Semana Santa abrió sus puertas el bar Jarandilla (Laurel, 17), que llevó una bocanada de aire fresco a una calle acostumbrada tradicionalmente a que los mismos establecimientos se asienten en ella durante muchos años.
Después de unas semanas de tanteo y análisis en los que la barra del Jarandilla estaba sobrepoblada de pinchos, la dirección del establecimiento optó por recuperar el espíritu primigenio de La Laurel y quedarse sólo con los más demandados, como antaño, cuando cada bar de la calle apenas contaba con un puñado de especialidades o incluso con una única (como todavía hay ejemplos en la zona) que trabajaban con mimo y se convertían en su seña de identidad.
El Jarandilla redujo su propuesta para ganar en calidad y efectividad en el servicio a sus clientes. Ahora, en la barra (o las mesas altas)de este coqueto y acogedor bar se pueden degustar cinco especialidades capaces de satisfacer todos los paladares.
Un clásico que mantiene plenamente su vigencia por muchos tiempo que pase, como es la gilda; unos torreznos de Soria que maridan bien con cualquier Rioja y gustan tanto a niños como a mayores; un bocadillo de calamares con salsa brava que es una referencia típica entre los bocatas o una apetitosa hamburguesa smash con cheddar para los más hambrientos son cuatro pinchos que se pueden degustar, cualquier día, en el Jarandilla.
La quinta de las especialidades del Jarandilla no es habitual en La Laurel porque se trata de un bocado dulce, algo que escasea en la zona. El local ofrece una porción de una cremosa tarta de queso que ha recibido reconocimientos y premios (fue elegida la mejor de España por RTVE) y puede poner el punto final dulce a la ronda por diferentes bares.
Los pinchos (o la tarta) se pueden acompañar con una notable variedad de referencias vinícolas de Rioja, lo que ha conseguido convertir ya el local, inaugurado en hace sólo unos meses, en un punto de paso obligado tanto para los logroñeses habituados a recorrer la calle como para los visitantes que más ocasionalmente llegan a la capital riojana atraídos por los encantos de La Laurel y buscan descubrir nuevas propuestas.
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