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J. L. P.
Sábado, 18 de junio 2022, 02:00
¿Alguien sabe realmente quién fue la primera persona que decidió comerse una vianda entre panes? Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que España es un país de bocadillo.
A menudo denostado en la alta cocina, el bocadillo se está reivindicando con más fuerza que nunca. Recuperado el respeto que se le había perdido, ya no es patrimonio exclusivo de bares y cafeterías, sino que se encuentra en formato gourmet en infinidad de bocadillerías de nuevo cuño y en las cartas de algunos de los mejores restaurantes del momento. Porque, en definitiva, entre dos panes solo hay un universo infinito de posibilidades. 'Bocatas. Arte entre en dos panes' establece una nueva idiosincrasia, la del bocadillo, en un maravilloso periplo por España a partir de 50 bocatas. Toni García y Óscar Broc descubren 50 manjares que acompañan de sus respectivas recetas y nos remontan a sus orígenes, en un baile de sabores, texturas y panes.
Dicen que los diseños más atemporales son los más simples. Le atribuyen a Einstein aquello de «se debe hacer todo tan sencillo como sea posible, pero no más sencillo». La pinza de tender la ropa siempre se utiliza para ilustrar esta máxima. Pues bien, el bocadillo es a la gastronomía lo que la pinza al diseño. No existe otro formato comestible que conjugue tantas cualidades positivas: es un invento barato, elegante, transversal, funcional y extraordinariamente práctico. Además, el bocadillo es democrático. Cualquiera puede hacerse uno. Da igual que no hayas frito un huevo en toda tu existencia, el bocata siempre estará ahí, dispuesto a ayudarte a cambio de poco, básicamente dos mendrugos de pan, un poco de embutido y un chorrito de aceite de oliva.
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