María Lacalle Nalda es una joven najerina dedicada de lleno a gestionar el ocio y tiempo libre de niños y jóvenes, no en vano se ocupa de sacar adelante la Ludoteca y el Centro Joven municipales, donde trabaja con chavales con un abanico de edades que van desde niños a adolescentes y jóvenes. Antes de este trabajo había estudiado Integración Social y Pedagogía, «y hasta electricidad», apunta ella.
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Asegura que siente una gran afición a la cocina, algo que ha heredado de su abuela y de su madre, de quienes ha aprendido gran parte de lo que sabe en cuanto a fogones, cazuelas y pucheros. «Tanto mi madre como mi abuela han trabajado como cocineras, sobre todo mi abuela, y como a mí me gusta comer bien, al final, si quieres comer bien tienes que aprender a hacerlo por ti misma, y ellas han sido las que me han enseñado y me enseñan muchos platos».
Aficionada a experimentar con nuevos platos, «no tengo ningún miedo a probar nuevas recetas, y entre ellas me gusta probar de todo, tanto las que podemos decir que son más tradicionales como otras nuevas. Como ya te digo, no tengo ningún miedo, yo me pongo a hacerlas y si salen bien, estupendo, si no, otra vez será».
Para ello echa mano en primer lugar de lo que le han transmitido y le siguen transmitiendo en casa, pero también se arriesga a intentarlo con platos de otras latitudes. «En casa suelo hacer comida mejicana, pescado marinado al estilo japonés..., me gusta probar cosas diferentes, las hago un poco a mi modo, siguiendo como referencia la receta, pero dándoles mi toque personal».
De hecho, la receta que nos prepara es fruto de esas curiosidad innata por conocer y probar platos de otros lugares. «La empanada asturiana me la enseño a hacer una compañera de trabajo que es de Asturias. Como se hace diferente a las empanadillas, con masa de pan en lugar de hojaldre, quise aprenderla».
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Cuenta que primero «hay que poner la levadura fresca a diluir en agua templada, se va echando hasta disolverla, y se le añade la sal. Más tarde pones la harina y vas añadiendo el agua y el vino, y se va haciendo la masa hasta que ésta no se pegue en las manos, entonces es cuando se considera que la masa está preparada. Luego se la deja reposar para que fermente como una media hora. Después la estiras y pones el relleno que quieras y la cierras bien, pinchándola un poco la masa para que suba y le salga el aire. Con unos 20 minutos a 180 grados, con fuego arriba y abajo, está lista».
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