Puede llamarlas pringadas como en Arnedo por pintarlas a brochazo de aceite. Puede bautizarlas pingadas como en Préjano por bañarlas en el oro líquido. O puede resumirlas en un castizo 'pringás', como la peña La Quincalla en su degustación de la que ofreció 1.400 rebanadas en plenas fiestas de Arnedo. Sea con el nombre que sea, estas tostadas con aceite son uno de los alimentos más sencillos, nutritivos y tradicionales de nuestra gastronomía.
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Domingo Aldama, el Chato, echa la memoria atrás para recordar cuándo probó su primera pringada. «En mi casa, desde que tenía 7 u 8 años, hacía mi madre. Ahora, en la bodega, hago siempre que puedo a mis hijos y nueras», sonríe.
Sencilla, sí, pero la preparación de las pringadas requiere unas claves que pueden conducir a un mordisco sabroso o a uno chamuscado. «La rebanada tiene que ser de un centímetro de grosor, porque si el pan es muy estrecho luego se lo come la lumbre», explica. Para darle esa consistencia, el pan ha de ser macizo, macerado y hecho del día.
También hay recomendaciones importantes para alimentar el fuego y la brasa. Desde su experiencia, el Chato pide que se aviven con leña de cepa o de almendro. «Que sea una leña más muerta, no una que dé mucho fuego y queme las rebanadas -indica-. Y quien esté asando ha de tener mucho cuidado, para estar dándole vuelta y vuelta a la parrilla para que no se quemen». El tiempo que las rebanadas deben estar tostándose a la brasa ronda los dos minutos entre vuelta y vuelta, aunque son la experiencia y la observación las que mejor pueden guiar en ese momento clave.
Una hogaza maciza o una barra de medio kilo macerada
Un litro de aceite de oliva virgen
Azúcar para espolvorear
Dientes de ajo para frotar
Pimiento asado
Pero no es necesario tener que preparar brasa y parrilla. También pueden prepararse pringadas en casa pasando las rebanadas por la plancha de la cocina de leña o por el microondas. «Pero no salen como con la leña, de ninguna de las maneras», advierte el Chato.
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Una vez fuera de la parrilla, toca limpiar con un cuchillo lo que se haya podido quemar más que tostarse. Después, en Arnedo, la costumbre es pintar con aceite la tostada. «Pero bien bien untada», insiste el Chato. Para ello, La Quincalla utilizó en su multitudinaria degustación aceite de oliva virgen del Trujal Cooperativa 5 Valles de la ciudad del calzado.
A partir de ese momento, queda adornar la pringada con el sabor que guste a cada cual: regada de azúcar, vestida con ajo, recorrida por un pimiento rojo -los de La Quincalla desde Quel-. O, simplemente, saborear el pan tostado con el aceite de la tierra, como enseñaron los mayores.
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