El éxito de la cocina fría

La Guarida recogió en el año 2015 el testigo del bar Alejandro, un clásico para los chiquiteros que permanecía escondido en la calle del Carmen, y al que ahora los nuevos propietarios (Pedro e Iggy) le han dado una nueva vida.

Iggy –uno de los propietarios– reconoce que lo suyo ha sido una propuesta totalmente continuista. El bar no ha cambiado más que de nombre, pero ni su aspecto ha variado sustancialmente, ni su propuesta gastronómica se ha visto alterada de lo que, durante muchos años, sirvió Alejandro tras su barra.

«Nosotros íbamos mucho al Alejandro y nos gustaba lo que servía, así que decidimos que queríamos continuar con la leyenda, y por eso no hemos cambiado». Los bocatitas de anchoa, de sardinas, de bacalao, son todo un referente en la zona, «a los que nosotros hemos añadido el humus o el almogrote», explica Iggy.

Ahora, todavía han añadido una propuesta más. Se trata de un pincho de atún encebolladado (con la cebolla encurtida) y una salsa de tomate que completa la clásica oferta del local. «Es un pincho que va mucho en nuestra línea de cocina fría», apunta Iggy.

Esa propuesta ha sido uno de los factores que ha contribuido a que en La Guarida convivan ahora los antiguos clientes del Alejandro y los que han ido sumando Iggy y Pedro. Para ello hay también otro hecho importante: La Guarida es uno de los bares de la zona de la calle San Juan donde mejor se tira la cerveza, lo que unido a sus vinos añade un atractivo más a todo un clásico: «Yo creo que ahora La Guarida es como lo fue, durante sus últimos años de vida, el Iturza –otro clásico, pero de la calle Mayor– en el que convivían los clientes mayores de toda la vida, con la gente joven que se iba sumando porque le gustaba el bar y su ambiente. Lo que está claro es que ahora nosotros tenemos mucho más volumen de gente en constante rotación», explica. Y añade: «La verdad es que nosotros desde el primer día funcionamos bien», reconoce Iggy.

Ahora La Guarida ha pasado unos días intensos porque «durante este pasado puente hemos trabajado muy bien. Yo creo que incluso mejor que el año pasado, o que los anteriores», explica uno de los propietarios, quien reconoce, además, que cada vez hay más visitantes en la calle San Juan y su área de influencia: «Ya lo vimos el año pasado. Cada vez viene más gente de fuera y el fin de semana en una locura, pero es que entre semana los peregrinos o los veraneantes durante julio y agosto también vienen mucho aquí».