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Redacción
Martes, 4 de julio 2023, 14:01
No todo el mundo puede presumir de tener más de cincuenta años de experiencia bajo su espalda. José Mari, padre y fundador del asador que lleva su nombre, es uno de esos pocos que tiene la posibilidad de llevar por bandera su bagaje en la hostelería. Aunque, más bien, su vocación y devoción hacia este complicado mundo llegó de la nada al intentar darle una segunda vida a uno de sus terrenos en Rivas de Tereso.
Se tiró a la piscina, sin pensárselo dos veces, con una ilusión que ha traspasado tres generaciones ya que ahora son sus hijos y sus nietos los que llevan las riendas del asador, no sin la supervisión del fundador; «No hay un día que no se pase por el restaurante para cerciorarse de que todo vaya bien», asegura entre risas su hijo y actual propietario, José Mari Sáez.
Hace ya dos décadas, José Mari decidió cederles el testigo a sus hijos quienes apostaron por extender el gran comedor del asador al exterior. «Queríamos aprovechar el idílico lugar en el que nos encontramos, en los lomos de la Sierra de Toloño, creando una gran terraza en la que el comensal puede venir a tomar algo o bien a comer alguno de la gran variedad de platos que dispone nuestra carta», explica el dueño.
Su cocina se define como tradicional, en la que brasas se convierten en la piedra angular del asador. Carne seleccionada, cuidada y curada en casa que comparte protagonismo con pescados y arroces como la paella con bogavante. Para maridar esta excelente materia prima, el Asador José Mari dispone de una bodega de más de 200 referencias de vino de las mejores bodegas para el deleite de sus muchos visitantes.
Y es que, este restaurante consigue hasta quintuplicar la población de Rivas de Tereso, con 15 habitantes, los fines de semana. «Damos mucha vida al pueblo», relata José Mari a la vez que comenta que «recibimos clientes de todas partes de España». Su ubicación privilegiada al estar rodeado de montañas y viñedos explica la llegada de nuevos clientes aunque «no hay que olvidarnos de nuestra clientela fiel». Y es que, tal y como relata el dueño, «muchos de ellos vienen a almorzar o a comer desde que mi padre llevaba el restaurante».
Pero este tradicional asador guarda un secreto detrás de sus paredes. Subiendo unas pequeñas escaleras desde la entrada del comedor, el cliente podrá hacer un viaje a Ibiza sin moverse de Rivas de Tereso. Y es que el local dispone de una amplia y muy colorida terraza 'chill out' en la que poder pasar las tarde de verano. «Al principio era un espacio que tenía reservado para mis fiestas con amigos; hacíamos cenas y comidas hasta que la gente empezó a preguntar por ella», relata José Mari. Así es cómo esta singular terraza vio la luz pasando a ser el espacio más divertido del asador.
Este lugar está reservado para el descanso así como para poder relajarse tomándose un café, una cerveza o una copa ya que en la misma no se sirven comidas. Hay sofás de todos los tipos, hamacas e incluso una pequeña cama al estilo balinés. Además, esta terraza dispone de su propia barra para atender a los clientes en ese mismo lugar.
El Asador José Mari ha ido evolucionando con los años junto a la segunda y tercera generación de propietarios, lo que no significa que se haya perdido la esencia de quien levantó sus muros hace ya medio siglo recibiendo la misma bienvenida que antaño. Además, cabe reseñar, la encomiable labor de todos los trabajadores que día a día sacan a flote el restaurante: «Sin todos ellos nada de esto tendría sentido, estoy enormemente agradecido del esfuerzo de toda la plantilla», finaliza emocionado José Mari Sáez.
La terraza al más puro estilo ibicenco del Asador José Mari es un lugar para el descanso, la diversión y para paliar el sofocante calor de los meses de primavera y verano. Y es que, mientras el comedor del restaurante da servicio durante todo el año, la zona alta del local tan solo está abierta a partir de marzo hasta el mes de noviembre, siempre y cuando, la climatología sea favorable. Y es que, su suelo blanco, sus sofás de mimbre y su zona 'chill out' es perfecta para disfrutar de la época estival con unas vistas privilegiadas de los viñedos y la sierra de Toloño. Es más, los propietarios han decidido colocar una pequeña piscina hinchable en la que poder refrescarse mientras el cliente se toma desde un café hasta un combinado.
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