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El villametrense Christian L. Fonseca estudia 1º de ESO en Marianistas. Tenía que llevar un postre al colegio y pensó en preparar unas galletas bañadas con chocolate blanco que ha aprendido a hacer de su abuela Conchi. Ella es una gran repostera y al muchacho le gusta ayudarle, sobre todo a cortar la masa.
El chico señala que la receta es muy sencilla. Comienza sacando la mantequilla y el huevo del frigorífico un rato antes para que estén a temperatura ambiente. «No pueden estar fríos porque si no el postre no sale bien», explica. Precisa que en el caso de la mantequilla se puede sacar incluso un día antes de elaborar el dulce «para que esté blandita».
Considerado esto, inicia la preparación uniendo el azúcar glas y la mantequilla en un bol y mezclándolo con una batidora de varillas «para que la mezcla se quede bien cremosa».
A continuación, incorpora el huevo y la yema que tiene aparte; además de la esencia de vainilla.
Para las galletas
250 gramos de mantequilla, 250 gramos de azúcar glas, 450 gramos de harina, un huevo de categoría L, una yema de huevo y la medida de un tapón de esencia de vainilla.
Para la cobertura
Una tableta de chocolate blanco de unos 100 gramos.
Posteriormente agrega poco a poco la harina tamizada «para que no se formen grumos». Lo bate todo y con ello forma una «bola» que coloca en un film transparente. La mete en el frigorífico por espacio de una hora. «Si resulta demasiado, puedes congelar parte», aconseja.
Seguidamente extiende la masa con ayuda de un rodillo sobre una mesa y se vale de una cuchara de palo para igualarla. «Para que salgan todas las galletas del mismo grosor», incide el chaval. Luego las corta con un molde y las coloca en un plato, que mete de nuevo en el frigorífico durante media hora.
«Esto sirve para que durante el horneado no se hinchen», justifica. Transcurrido este tiempo, las saca de nuevo de la nevera y las mete en el horno a unos 160-170 grados de temperatura durante diez minutos. Una vez pasa este intervalo, las deposita en una rejilla para que se enfríen y «respiren».
Antes de hincarles el diente, Christian baña las galletas con una cobertura de chocolate blanco, que gusta mucho en su familia. Para ello, trocea la tableta del chocolate y pone estas onzas en un cuenco de cristal. En su parte inferior coloca un plato con agua para que le aporte humedad y las introduce en el microondas durante unos quince minutos para que se fundan. «Hay que ir mirando que no se quemen porque el chocolate se quema pronto», advierte.
Una vez derretido, lo mete en una manga pastelera, a la que abre una boquilla, y con ella dibuja formas sobre las galletas. «Finalmente se dejan secar a temperatura ambiente y están listas para comer», concluye el chico.
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