El fin de la creatividad
UNCOMINO ·
BENJAMÍN LANA
Sábado, 12 de junio 2021, 02:00
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BENJAMÍN LANA
Sábado, 12 de junio 2021, 02:00
Hay preguntas que no tienen una respuesta única y definitiva que las desactive para siempre y vuelven periódicamente como la burra al trigo. El documental 'Detrás', dirigido por el publicista Jorge Martínez, recién estrenado en Madrid Fusión Alimentos de España, acaba de reactivar aquella cuestión ... tan en boga en los años duros de la penúltima crisis, cuando el cierre de Elbulli y el paso a la reserva cocineril de Ferran Adrià dejó a la, hasta entonces, floreciente cocina de élite española huérfana y desnortada. ¿Y ahora qué? ¿Se terminó la creatividad 'made in Spain'? Las páginas impresas y los blogs de aquella época están llenos de diatribas a favor de la idea. ¿Todo ha terminado?
En la precariedad económica más absoluta, con los grandes cocineros creativos más preocupados en inventar restaurantes de bajo coste con los que seguir a flote, todo se veía realmente oscuro. Sin embargo, como un árbol al que se le ha podado su ramaje más frondoso acaba por echar nuevas hojas en el lugar más inesperado del tronco, el sector acabó floreciendo... al menos hasta la última dentellada del COVID.
Alguna vez he contado la frase que Joan Roca me dijo cuando le pregunté por la posibilidad de que él, ya investido mejor cocinero del mundo por 50Best y heredero natural, diera un paso al frente y tomara el relevo al frente del ejército de chaquetillas españolas, tal y como muchos colegas le proponían. Con su templanza habitual respondió que los líderes eran necesarios en las revoluciones, pero que una vez que éstas habían triunfado debía llegar el tiempo de la libertad. Dicho con otras palabras: que cada uno hiciera lo que le pareciera, que no era tiempo de seguir alineados detrás de un único modo de entender la cocina. Y en esas seguimos. Hay movimientos de fondo, latidos compartidos, pero en proyectos muy diferentes, nada que ver con el mimético paso de la mayoría siguiendo al gran prócer.
Frente la singularidad histórica de las propuestas ferranianas basadas en la exigencia creativa por encima de todas las cosas, con el inestimable apoyo de la física y la química en toda su potencia y esplendor, lo que vino después no tenía un origen ni ADN únicos e indiscutibles. Pasaron unos pocos años en los que parecía que los nuevos tiempos iban a traer tan solo declinaciones de la palabra fusión, pero aquello fue flor de pocas primaveras al albur de la globalización de la escena gastronómica por primera vez en la historia.
Otro movimiento llegaba con una fuerza descomunal. El manifiesto de la Nueva Cocina Nórdica lo conceptualizó teóricamente, pero el origen y las raíces de aquel viaje de vuelta, con su defensa de la raíz y el producto, del regreso a técnicas arcaicas como el fuego vivo y las fermentaciones, eran múltiples y geográficamente muy diversos: frente a la creatividad pura que había conseguido llevar la cocina a los museos, la reconexión de lo culinario con el sector primario, con el territorio y la identidad. Y ahí, tras la desaparición de las reflexiones teóricas más conceptuales, la conversión en aire de los líquidos y toda la profusión de experiencias moleculares o tecnoemocionales, como se prefiera decir, parecía que ya nada estaba ocurriendo en el campo creativo.
En realidad, según mi opinión, el empuje de las ideas en la cocina continuaba, solo que había mutado, habían cambiado las herramientas, los objetivos y el fin autoimpuesto. Por eso, cuando he escuchado a varios de los participantes en el documental de Martínez sostener que no se ha creado nada nuevo en los últimos años me he sentido empujado a poner en orden algunos pensamientos en este artículo.
Vaya por delante que creo que la aportación de Ferran Adrià y el movimiento que su trabajo suscitó son la aportación de España a nivel internacional más importante en las últimas décadas en cualquier disciplina y que es difícil que pueda volver a darse algo similar porque las ideas fuerza que mueven el mundo culinario, como decía antes, surgen y brotan al mismo tiempo de muchos lugares. Pero de ahí a decir que ahora no se crea nada nuevo o que la creatividad ha dejado de fluir desde las cocinas a los platos va un trecho.
Si Ortega y Gasset anduviera ahora entre nosotros acabaría explicando la situación que vivimos con su teoría de las generaciones, la que afirma, simplificando mucho, dos cosas: el hombre se ancla al valor y a la aportación de su tiempo y su mundo para darle sentido a su vida y la siguiente generación adopta siempre una actitud respecto a la anterior, alternando una de ruptura y otra de continuismo.
Todo padre cree que sus tiempos fueron más heroicos. Todo aficionado cree que la música de su generación fue más auténtica y creativa. Los instrumentos acústicos dejaron paso a los eléctricos y a los sintetizadores, la más sorprendente tecnología de la época. Una generación más tarde, se regresó a la pureza, a la sencillez y la creatividad no desapareció, tan solo mutó, y se sirvió de nuevo de los viejos instrumentos acústicos y artesanales.
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