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En la mitología griega, el ave fénix se regenera de las cenizas de su predecesor. Todo un símbolo de esperanza, de resiliencia y de superación para regresar con más fuerza. Algo parecido vivió La Vieja Bodega el 8 de febrero de 2001, cuando un terrible ... incendio redujo a cenizas el restaurante.
Renació más fuerte, apenas un año más tarde, y este local de Casalarreina, que pasó de 500 a casi 1.000 metros cuadrados, se convirtió en todo un referente gastronómico y una parada imperdible para quien se encuentra de ruta por La Rioja Alta.
¿Dónde? Avenida de La Rioja, 17 (Casalarreina).
Horario Lunes, miércoles, jueves y domingo, de 13.30 a 15.30 horas; viernes y sábado, de 13.30 a 15.30 y de 21 a 22.30 horas. Martes, cerrado.
Reservas A través del teléfono 941 324 254 o de la página web www.laviejabodega.es.
La Vieja Bodega se levanta en una bodega del siglo XVII. Bajo sus comedores, espacios bien amplios y cómodos para disfrutar de una cocina preparada sin prisas, se encuentran los antiguos calados, que son visitables y en los que se respira historia.
Puede decirse que fue un amor a primera vista, un 'flash' que hace que el camino se ilumine, guiando hacia el sueño de quien lo persigue. Eso sintió Ángel Pérez Aguilar en 1994, cuando tuvo la oportunidad de convertirse en emprendedor, «lo que antiguamente se llamaba buscarse la vida» y se convirtió en propietario de La Vieja Bodega.
El año que viene soplarán 30 velas. Tres décadas de evolución, en las que siempre se ha buscado «una diferenciación», apunta Pérez. «Poco a poco vamos creciendo, mientras seguimos aprendiendo, y vamos mejorando la oferta gastronómica», centrándose ahora en la carta, con propuestas muy pensadas y un servicio profesional, donde priman el buen trato al cliente, para que quien llegue a La Vieja Bodega «viva un ratico de cine en el restaurante».
Desde el principio, intentaron ofrecer algo distinto a lo que venían haciendo los demás y se convirtieron casi en visionarios de lo que llegaría posteriormente. Aunque la materia prima que utilizaban para elaborar sus platos fuera riojana, contaban a principios de los noventa con «pastel de puerros, que en aquel momento no hacía nadie, solomillo con salsa de fresas o magret de pato con una crema de naranja. Algo más común ahora, pero antes no», aclara Ángel Pérez.
Esa carta «mixta», como la define, logra atraer tanto al cliente de fuera como al de La Rioja y donde conviven la menestra, las chuletillas, la legumbre, el cochinillo y el cordero con platos más elaborados como la ensalada de centollo o con un toque más moderno como los raviolis rellenos de mollejas de cordero.
Fuera de carta, dentro de lo que es su cocina de autor y riojana, destaca su cocina de temporada, donde la oferta pasa por los espárragos en primavera o los hongos, borraja y cardo que hay en la actualidad. De cara a su trigésimo aniversario, Ángel Pérez planea recuperar platos que demanda el cliente que hacían al comienzo, como las manitas de cerdo o el bizcocho borracho de piña. «El fuera de carta tiene una idea de conexión con el cliente. Me parece fundamental conectar con el cliente cuando se sienta a la mesa. Que esté a gusto», subraya.
Para Ángel Pérez, la clave está en conectar con el comensal «y lo que hacemos es entrenarnos todos los días en relacionarnos con gente que no conocemos. Por eso me divierto tanto en este trabajo». Él se siente feliz atendiendo a la gente y su mayor éxito reside en que «hablen bien de nosotros y tengan ganas de volver».
Puede presumir de clientela fiel, que les acompaña desde sus inicios e incluso que se sientan en la misma mesa cada vez que acude. Así, en La Vieja Bodega, han visto cómo los padres celebraban los bautizos de sus hijos, después la comunión y también las bodas. Esos hijos que entraban de pequeños, ahora siguen acudiendo pero convertidos en padres. Incluso cuando el local celebra su fiesta de aniversario –hacen un evento cada cinco años–, invita a su primer cliente, que sentó a la mesa el primer día y se convirtió en su talismán.
Con el paso del tiempo, este restaurant de Casalarreina se ha convertido en un clásico, con una apuesta decidida por la cocina bien hecha, cuya propuesta se complementa con vino. Su bodega, que empezó con veinte referencias, cuenta ya con más de 600, sobre todo de la DOCa Rioja, pero también de otras 50 denominaciones de origen y de países como Nueva Zelanda, Argentina, Chile, Sudáfrica, Estados Unidos, además de Italia, Francia, Alemania o Portugal.
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