
El restaurante | Centro Gallego
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El restaurante | Centro Gallego
Un puerto de mar en La RiojaAunque la Costa da Morte queda a varios cientos de kilómetros de la capital riojana, las bateas de mejillones de la ría de Arousa no ... se sitúan cerca de El Espolón o las merluzas no se mueven bien por el Ebro sino por la costa lucense en torno a Burela, la realidad dice que la costa gallega no está tan lejos de Logroño cada fin de semana y mucho menos, los productos que de ella se obtienen.
El restaurante del Centro Gallego se encarga de acercar (vía Bilbao) de viernes a domingo, todos los manjares que se obtienen en la costa (tanto atlántica como cantábrica) de la región y ofrecerlos en la carta del establecimiento.
El Centro Gallego ejerce de embajada de Galicia en La Rioja. Hasta allí se acercan los socios para leer la prensa de su región, para jugar sus partidas de cartas o simplemente para compartir charlas y compañía con otros paisanos y paliar así la morriña.
Pero además, el abastecedor del Centro, Óscar Fernández –que ya lleva 28 años detrás del mostrador del establecimiento– sirve comidas y cenas de martes a domingo (los lunes cierra).
De martes a viernes propone un menú de 19,40 euros basado en la gastronomía riojana. Los platos de cuchara como los caparrones, o las verduras de temporada (alcachofa, alubia verde, acelga...) y el pisto constituyen la base de la propuesta.
Sin embargo, es durante el fin de semana cuando Óscar Fernández mira hacia el noroeste peninsular y se trae a Logroño nécoras, percebes, zamburiñas, mejillones, navajas, vieiras... todo frutos del mar gallego.
Los sirven tanto en la barra, como en raciones, como en el comedor, donde no puede atender a más de 30 personas, por las limitaciones de espacio, lo que hace que casi todos los fines de semana esté lleno. Ahí cuenta con carta o también con un menú de 35 euros, «aunque durante el fin de semana se trabaja más la carta que el menú», reconoce el responsable del restaurante.
La tarta de Santiago es uno de los 'fijos' en la demanda de la mayoría de los visitantes del Centro Gallego. Como la inmensa mayoría de las elaboraciones del restaurante, es casera «y se nota», asegura Óscar.
Lo que está presente tanto entre semana como los fines de semana en la barra del Centro Gallego y también para degustar en el comedor es el pulpo. «Sin duda alguna es nuestro plato estrella. Lo cocemos en una olla de cobre y nos dicen que nos sale muy bien. La mejor prueba de ello es que, de media, consumimos unos doscientos kilos de pulpo al mes».
En el pulpo no se ha notado la crisis ni el cambio de gusto de la gente, algo que sí se ha experimentado a partir de 2007, cuando llegó la primera gran crisis. «Ahí pasamos de consumir unos 16 kilos de percebes a sólo dos. Es algo que le gusta a la gente, pero que no le gusta pagar. Hay que reconocer que es un producto caro», admite Óscar. Ese cambio de hábitos, propiciado por las circunstancias económicas, es lo que llevó al restaurante del Centro Gallego a adaptarse. «Hasta 2009 sólo tenía marisco, pero en esa fecha tuvimos que empezar con el menú del día porque las circunstancias cambiaron».
En ese tiempo también han cambiado los gustos, y donde más se nota es en el vino, según explica el responsable del local. «Antes se bebía muchísimo Albariño, pero ahora lo que está de moda es el Godello. Es una exageración. La gente lo pide muchísimo», asegura.
El cambio de registro entre la cocina riojana y la gallega no es algo que Óscar Fernández considere muy complicado. «No hay tantas diferencias más allá del producto». En los dos casos tienen mucha importancia los platos de puchero, y en los dos se trabaja con el producto local, «lo que pasa es que la cocina gallega probablemente es mucho más contundente que la riojana», afirma, aunque reconoce que las dos aportan muchas calorías para alimentar a los trabajadores del sector primario riojano y gallego, «pero yo me adapté rápido», asegura este burgalés que dio muchos tumbos por España antes de llegar a estudiar a Logroño («pero yo no valía para eso», confiesa) y estuvo trabajando en la Casa de Andalucía, en el Parque del Ebro y en la cafetería K'quinty antes de asumir el mando del restaurante del Centro Gallego.
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