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Uno de los signos inequívocos de la llegada del otoño es la aparición de las castañas en las tiendas de frutas y verduras. Incluso en muchas localidades surgen por las esquinas puestos de castañeros que venden este fruto recién asado.
Si bien este es un remedio muy natural y saludable contra el frío, lo cierto es que hasta ahora no se han hecho muy necesarias aunque el castaño ya haya hecho su labor, y las castañas permanecerán con nosotros más o menos hasta final de Navidad (la temporada va de octubre a finales de diciembre).
Cuando la castaña ya está madura y cae del árbol se presenta en una cápsula marrón con forma de erizo de mar y dentro alberga dos o tres frutos (castañas). Presentan una forma más plana en la parte inferior y una base de color marrón. Acaban en pico y su sabor es dulce.
En algunas zonas de España, como es el caso de áreas de Galicia o Castilla y León (especialmente en El Bierzo), la producción de castañas tiene un peso notable en su economía.
España es un gran productor de castañas (de las 500.000 toneladas anuales que se producen en el mundo, 18.000 son españolas) y aunque tanto la castaña de nuestro país como la de otros territorios es de consumo principalmente europeo, en Estados Unidos o China cada vez son más valoradas y sus mercados se han convertido en destinos importantes para la exportación de la producción europea.
Y si en La Rioja, como tierra de vinos, se celebran las fiestas de la Vendimia, en las zonas donde la producción de castañas es importante, se festeja el Magosto con diferentes actos de exaltación de este fruto.
No son pocos los nutricionistas que consideran a la castaña uno de los frutos secos más saludables porque es rico en hidratos de carbono, pero también muy poco calórico. Las grasas que contiene son polisaturadas lo que convierte a la castaña en un fruto recomendable desde el punto de vista cardiovascular, a lo que se une una notable riqueza vitamínica del grupo B (B1, B2, B3 y B6), además de ser rico en sales minerales: calcio, magnesio y potasio. No menos importante es el valor antioxidante del fruto del castaño.
Con frecuencia, se ha hablado de la difícil digestión de las castañas, aunque los nutricionistas explican que ese efecto puede producirse, únicamente, si se comen crudas, aunque la solución pasa por consumirlas un par de semanas después de haberlas recogido, lo que habrá permitido que su almidón se transforme y se haga más fácilmente digerible, los ácidos tánicos se reduzcan, se liberen esos azúcares y las castañas estén más dulces.
Para su consumo se pueden cocer, pero de esa forma se eliminan algunas de las vitaminas solubles en agua, por lo que la mejor opción de cocinado es el asado.
No obstante, la castaña últimamente ha alcanzado una versatilidad en los fogones que le ha llevado a convertirse en el acompañamiento de algunos platos de alta cocina.
Con la castaña se puede elaborar un 'hummus' con un toque muy otoñal, o aderezar una ensalada con la castaña asada y troceada a modo de picatoste. Combinan bien con las setas, por lo que pueden asociarse en risottos o revueltos, e incluso en algunas elaboraciones en el wok, junto a verduras.
Ángel González | Pte. CIT Sta. Marina del Sil
El Bierzo es una de las zonas de España donde más peso tiene la castaña, tanto desde el punto de vista económico como desde el de la tradición. Ángel González, presidente del Centro de Iniciativas Turísticas de Santa Marina del Sil, recuerda que «la castaña procede de Asia, de una región turca llamada Castania y la extienden los romanos. En El Bierzo encontró un hábitat perfecto y durante mucho tiempo ha servido, y sigue sirviendo, como alimento tanto para los humanos como para los animales, a través de harinas».
González reconoce que en los últimos tiempos, la castaña ha perdido peso en la zona: «Después de la Guerra Civil, la minería fue el principal sustento económico de la zona, especialmente desde la llegada del ferrocarril, pero hasta ese momento, en la comarca se desarrollaba una economía de subsistencia con autoabastecimiento en la huerta y la ganadería, y la castaña era la que daba un poco el plus a esos ingresos».
El Centro de Iniciativas Turísticas de Santa Marina del Sil decidió hace ya 40 años comenzar a dar un mayor empuje y recuperar el Magosto, una fiesta pagana en torno a la castaña. Con el tiempo, explica Ángel González, «la Iglesia ha ido haciéndola también suya y como está vinculada al 1 de noviembre, tiene también la connotación de las ánimas y el más allá», aunque en realidad, para el presidente del CITde Santa Marina, «se trata de poner en valor la castaña» y de hacerlo de forma lúdica «con una fiesta de convivencia y con el jolgorio propio de cualquier celebración».
Entre los actos está la degustación de castañas asadas y la proclamación de un 'Castañero Mayor' que no es sino «un exaltador de la castaña. Y en esta ocasión, la elección ha sido la de José Luis Prusén –director de Diario LA RIOJA– a quien consideramos un berciano más por el tiempo que pasó aquí con nosotros durante su ejercicio profesional en la comarca».
La fiesta, junto a otras muchas acciones, ha servido para aumentar el consumo de castañas y, especialmente, hacer más conocida la castaña de El Bierzo. El Magosto se ha popularizado en toda la zona y son muchas las localidades que lo celebran, pero además, de la mano del Centro de Iniciativas Turísticas de Santa Marina, la celebración ha salido incluso de la comarca para viajar por todo León, y por extensión, también por Castilla y León, con una importante presencia (en la que de nuevo se está trabajando) en la Feria de Muestras de Valladolid. No obstante, la que Ángel González recuerda especialmente es la del año 2000 en la capital de España: «Acudimos a Madrid y en la Plaza Mayor se instalaron 15 tambores de asar. Se ofrecieron 5.000 kilos de castañas en una degustación que resultó tan exitosa que se llegó a colapsar la plaza y los alrededores, y por eso, no nos han vuelto a dejar volver», lamenta González.
Los buenos recuerdos de esa jornada contrastan con la preocupación por la subsistencia del castaño en el campo berciano, donde se lucha contra hongos (chancro) y plagas (pulgón), pero también contra uno de los grandes peligros que acechan a la naturaleza en la Península Ibérica: los incendios, muchas veces provocados.
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