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A. D. C.
Logroño.
Lunes, 24 de julio 2023, 14:10
Sabrosa y fácil de cocinar. Estos dos simples atributos han hecho del sandwich que reconforta, satisface y alimenta a los norteamericanos, un icono global, ... refinado, atractivo, sublime y hedonista. Cual fórmula matemática, a lo largo de su historia, las hamburguesas han ido adaptándose a múltiples combinaciones fruto de las tendencias gastronómicas y ganando prestigio con un catálogo de razas de calidad.
Esa simplicidad puede llevar al desastre si no se prepara de forma adecuada, buscando el equilibrio. Ni quemada por fuera, ni cruda por dentro, ni desparramada sobre la plancha. En lo que todos los expertos coinciden es que una hamburguesa tiene que comerse con las manos y no debe ser complicada de morder, ni desmoronarse. Que el centro de atención sea siempre la carne, de calidad, a partir de las piezas más nobles. No es necesario que sean las mejores, pero que tengan jugosidad.
La hamburguesa clásica sigue siendo tendencia. Se coloca entre dos rebanadas de pan, brioche o sándwich, sin que el sabor del bollo reste protagonismo a la carne. Un brioche de patata es un contraste perfecto, se ablanda y no se rompe. Se adorna con lechuga, rodajas de tomate y cebolla, mejor caramelizada, y se sazona con un chorro de mostaza y ketchup. En cuestión de salsas, otro maestro de las hamburguesas, el norteamericano George Motz, es más comedido y se decanta por la mostaza y la mayonesa porque potencian el sabor de la carne.
Otro clásico es la 'cheeseburger', con queso. Lo interesante es utilizar una loncha de un queso que funda rápido, cheddar o suizo, ya que se debe colocar sobre la carne, nada más darle la vuelta a la hamburguesa y derretirse en cuestión de segundos. Apúntense un truco: tapar la sartén para que funda más rápido.
Dicen los neoyorkinos que la hamburguesa es un plato comodín y por ello triunfa en todo tipo de restaurantes. Tan categórica afirmación no se les debe discutir porque este 'filete americano', sin pan, surgió en Nueva York en 1820, para alimentar a los marineros alemanes que llegaban al Lower West Side de Manhattan, lo que hoy conocemos como 'gran manzana', en busca de un plato familiar.
En 1880, los filetes de hamburguesa aparecieron referenciados en varios libros de cocina estadounidenses y más tarde, en la misma década, de acuerdo con la popularidad de los sándwiches, se introdujo entre dos rebanadas por primera vez. Todo un acierto.
Desde entonces no se ha dejado de innovar. White Castle creó la primera hamburguesa de comida rápida, al vapor en lugar de frita, en Witchita, Kansas, en 1921; La cadena Big Boy de California, en el año 1937, fue la primera en ofrecer la icónica combinación de hamburguesa frita, patatas también fritas y batido. Luego llegó McDonald's, en 1940, con sus famosas hamburguesas a la barbacoa, el gigante al que han seguido muchas otras cadenas .
Y desde EEUU al viejo continente, Europa. En los 80 aterrizaron las primeras franquicias en España pero el boom de las hamburguesas gourmet, carnes certificadas e ingredientes especialmente seleccionados, es muy reciente.
Está claro que las hamburguesas son el icono gastronómico más global y que Nueva York sigue siendo el epicentro innovador e inspirador para todos aquellos que quieran probar, disfrutar y, por qué no, importar, el sabor de la auténtica 'burger' americana.
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