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Ilustración SR. GARCÍA
Anticuento de Navidad

Anticuento de Navidad

UNCOMINO ·

BENJAMÍN LANA

Martes, 29 de diciembre 2020

PD. «Son las siete de la mañana del 22 de diciembre de este doloroso 2020 que ya se termina». Se despertó con la esperanza de que todo aquello del plan de Gobierno hubiera sido solo un mal sueño. Por si acaso, corrió al ordenador y tecleó: «cómo invocar al espíritu de la Navidad». Felices fiestas. Nos vemos el año que viene.

Esperaba dedicarles hoy un entrañable artículo porque en Nochebuena uno se puede permitir ponerse tierno, rememorar con nostalgia aquellas comidas y cenas de la infancia y hasta empalagar un poco como el turrón de guirlache. Pero en este año del demonio que por fin se acaba nada es como nos hubiera gustado que fuera, ni siquiera la Navidad que muchos tendremos que pasar lejos de donde solíamos. Así que en lugar de la zambomba me perdonarán que agarre el megáfono. No para cantar un villancico que sea admonitorio del fin del virus, que falta nos hace, sino para retratar algunas decisiones gubernamentales que, como se decía antes, claman al cielo, sobre todo porque tratan de hacerse pasar por Papa Noel.

El martes por la mañana los niños de San Ildefonso abrieron oficialmente la Navidad y la mayoría de los ciudadanos nos quedamos fuera de las fotos burbujeantes de los ganadores, como siempre, pero como ya estamos acostumbrados y es parte del rito navideño no nos importa. Sin embargo, el Gobierno aprovechó el día de autos para salir a cantar sus números. Qué momento tan señalado han elegido para alegrar la vida a los que sufren, pensamos muchos.

Pero transcurría la comparecencia ministerial y solo salían pedreas y reintegros, ninguno de los premios grandes y menos aún el gordo que esperaban los de los bares, los restaurantes y los de los hoteles. El bombo se quedó sin bolas y la comparecencia se dio por concluida dejando a todos desolados y con las esperanzas hechas trizas. Los hosteleros llevaban –y también nosotros– esperando desde marzo un plan serio de ayudas para uno de los sectores que más está sufriendo y más empleo genera en este país, algo parecido a lo que hace ya meses implantaron otros gobiernos europeos para los que económica y socialmente el asunto no es tan relevante, caso de Alemania, Holanda y Francia –con los que nos comparan todo el rato cuando conviene–, pero todo se quedó en poco o en casi nada. Qué decepción.

Tres adjetivos

Dijo solemne la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, y ahí viene lo poco cómico del día, que el plan que acababa de presentar era «ambicioso, oportuno y eficaz». Y a mí me dio una de esas risas incontenibles e incómodas en mitad de algo muy serio que se supone debería provocarte sentimientos de otra naturaleza. Risa floja. Y precisó que era ambicioso por el importe (4.200 millones de euros, la mitad de lo que en ayudas realmente directas reclama el sector), oportuno porque llega en un momento de nuevas medidas de limitación de la actividad y eficaz porque entra en funcionamiento de modo inmediato.

Reconozco que a la última parte no llegué tan atento por lo de la risa de las dos primeras, pero decir que es «oportuno» cuando han tardado casi diez meses en ponerlo encima de la mesa y por el camino han echado la persiana miles de bares y pequeños restaurantes –muchos están entre la vida y la muerte, pero el 15% ya ha cerrado definitivamente– indigna al más templado.

Que es «ambicioso» por su cuantía, cuando no pone encima de la mesa ni un euro de dinero contante y sonante, sino descuentos, desgravaciones en impuestos y una prórroga para la devolución de créditos ICO, en una clara actitud de desconfianza hacia la profesionalidad del sector del que, por cierto, siguen hablando con desdén. Lo de «eficaz» porque entra ya en vigor... si esperan un poco más podrían ahorrarse buena parte de las deducciones por cierre de actividad, aunque no sé si han pensado en que mucho más de los que ahorren aquí lo tendrán que aflojar en otro negociado terrible llamado 'paro' o Servicio Público de Empleo Estatal. La patronal del sector habla de la posible pérdida de un millón de empleos directos e indirectos al final de esta crisis.

Cuajo

Rizan el rizo cuando su negativa a aportar un euro de ayudas directas se justifica en que ya se están ocupando de ésas las autonomías. ¿De verdad es un argumento sólido para un ministro? ¿Toda la recua de asesores no ha logrado argumentar alguna idea más fuerte y defendible?

Hay que tener bastante cuajo para afirmar que «esto es lo que podemos hacer» cuando vivimos un momento histórico de presupuestos generales expansivos y tenemos un plan de ayudas directas de la Unión Europea a España de 140.000 millones, la mitad a fondo perdido, por cierto. ¿Se imaginan muy contentos a los ministros y a su presidente si del Consejo Europeo de Bruselas del 21 de julio hubieran vuelto a España solo con descuentos, desgravaciones y préstamos a devolver en cómodos plazos?

¿Le hubieran hecho, como le hicieron, el paseíllo a Pedro Sánchez al entrar en Moncloa?

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