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Arsa es la culminación de una historia de amor: de pareja y a la cocina. Y los grandes amores se cocinan a fuego lento y se hacen esperar, como lo ha hecho Arsa, aunque en este caso por motivos ajenos a Beatriz Fernández y Rodrigo ... Fernández, sus chefs. Tras casi un año de retraso, el 15 de marzo abrieron las puertas de su proyecto personal y lo dieron a conocer a los logroñeses, que cuentan ahora con un local en el que disfrutar de una 'cocina arreglá, pero con un toque informal'; toda una declaración de intenciones.
Andalucía y La Rioja –donde han nacido estos dos cocineros jóvenes, pero curtidos en estas lides– han sabido encontrar un camino a través de la gastronomía y el vino. Ambos elementos conviven de manera sublime a través de una propuesta original y divertida en unas instalaciones que también rezuman alegría.
¿Dónde está? Calle Lardero, 7 (Logroño)
Horario de cocina De miércoles a domingo, de 13.30 a 16 horas; y de 20.30 a 23 horas. (Lunes y martes, cerrado).
Teléfono 941014796 o a través de la web www.arsarestaurante.es
Bono regalo Con tres opciones de menú y tres precios (70, 90 o 110 euros).
Ese es el objetivo de Beatriz y Rodrigo, que después de estudiar y formarse en restaurantes referentes y compartir experiencia en tierras mallorquinas –se conocieron en la isla cuando trabajaban en Zaranda–, decidieron seguir creciendo, pero esta vez juntos, tanto en lo profesional como en lo personal. Primero en Sevilla, donde siguieron ganando experiencia, y luego en Logroño, a donde llegaron con una maleta cargada de ilusiones y con una idea clara que han conseguido convertirla en realidad.
Así surgió Arsa, interjección coloquial andaluza que se utiliza para animar, jalear o para expresar entusiasmo. «Queríamos crear un sitio que indicara jolgorio, donde los clientes puedan sentirse cómodos, a gusto, sin presiones», mientras disfrutan de la cocina andaluza-riojana de este matrimonio. Habla Beatriz, muy sorprendida y agradecida por la respuesta de los clientes.
«Esa cocina andaluza-riojana es la raíz a partir de la que desarrollamos recetas o bases muy tradicionales, como puede ser una sopa de puchero, unos pimientos asados o algunas piezas de carne ibéricas ahumadas con sarmiento, bien hechas, bien establecidas, con mucha reducción, con mucha cocina detrás y mucho fondo», completa Rodrigo. Y una vez que tienen bien atado esto, que sería la parte gustativa del plato, es «cuando jugamos con elementos que reconocemos y otros un poquito lejanos». Y en ese juego aparecen, por ejemplo, unas vieiras con gazpachuelo de puchero o una presa ahumada con sarmientos envolviendo un flan al whisky.
Es una cocina que se identifica a la perfección con la forma de ser de Beatriz y Rodrigo. «A la gente les está sorprendiendo, nos comentan que la comida tiene muchísima potencia de sabor, que todo está muy sabroso, muy intenso, que es precisamente lo que buscábamos», añade Beatriz.
Han querido hacer un guiño a las dos culturas, la del norte y la del sur, incluyendo un apartado de pinchos por unidad, como antesala a una comida, en la que está triunfando su espuma de salmorejo de naranja con un tartar de atún de Almadraba. «Es un plato muy entendible, con muy buen producto y bastante fresquito».
Pueden presumir, además, de una gran bodega, que se mantiene fiel a la filosofía y al discurso de estos chefs. Es decir, solo vinos de la DOCa Rioja y de las denominaciones de origen andaluzas. «Dentro de la propuesta, tenemos una gran parte dedicada a los generosos en formato de copa, para que llegues y puedas probar cosas que no sueles encontrar», explica Rodrigo, que añade que en bodega hay referencias muy conocidas, como también de productores muy pequeños.
«Nuestra filosofía de vida es distinta. Somos diferentes en todo lo que hacemos o en la estética y eso también se ve en el local», añade Beatriz. El restaurante, decorado por David Da Cruz, sorprende ya desde la fachada. Su historia y gustos están bien representados, «de una manera oculta, pero están. Tenía que ser un sitio que reflejara quiénes somos nosotros», dice Beatriz.
Nada más entrar, a la izquierda, simula el típico patio andaluz pero en realidad es una partida del videojuego Space Invaders. O al fondo, con el mural pintado por la artista mallorquina Alicia Magallón, que cuenta su historia de amor desde que se conocieron en una fiesta de la espuma y donde ha plasmado a la perfección esa personalidad única de Beatriz y Rodrigo, sus vivencias, sus gutos y sus lugares de origen.
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