Zombimanía

Fresnadillo había trabajado con Lavigne en 'Intacto', apreciada en el presente ciclo, y el financiador le confía la secuela de '28 días después' (2002), de Danny Boyle, arranque del drama sobre un virus letal que se propagaba a través de la sangre y la saliva.

Para situar al espectador con el clima de horror y muerte anotado en la predecesora, la acción se abre con una secuencia brutal que es un inicio espectacular y brillante. Una gran secuencia, filmada con el espanto visual impactante urdido para generar sobresalto en la que vemos al personaje masculino encarnado por el actor, Robert Carlyle, huir del ataque de una horda de infectados.

Sucesivos títulos sobreimpresos en pantalla avisan que tras 28 semanas de tenaz lucha se ha conseguido vencer la epidemia y en Londres, bajo el control del ejército, se ha creado el Distrito 1 con quince mil civiles sanos para reemprender la vida normal.

Las imágenes de la ciudad, los planos de sus calles, la vigilancia de los soldados están captadas de forma expresiva intranquila. Pese a la tajante persuasión de los mandos militares de afirmar que la ponzoña ha sido vencida, el tono es de desconfianza e inquietud.

Carlyle se reúne con su familia y su hijo, vestido con una camiseta del Real Madrid, agita la turbiedad. La película ofrece un falso sosiego y el virus se reactiva con la misma saña dantesca. En este clima de terror saber quién es el villano, si los zombis o el ejército, es la clave de la película.