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'La Virgen de la Humildad' podrá verse durante los próximo doce meses en Museo Thyssen de Madrid tal como Fra Angelico la pintó hace seis siglos. La portentosa obra, un hito del Renacimiento, se ha restaurado en los talleres del museo, que la presenta ... con su esplendor recuperado en un instalación que invita a disfrutar con recogimiento de este tesoro universal.
En España solo hay otras dos obras del maestro de Fiésole y las atesora el Museo del Prado: 'La Anunciación' y 'La Virgen de la Granada'. Pintada entre 1433 y 1435, la familia Thyssen compró la tabla ahora restaurada al presidente de la banca Morgan. Otra entidad financiera, el Bank of America, es la que ha financiado su restauración.
Se exhibe en un sala circular, que muestra al entrar la trasera del cuadro, obligando al espectador a rodearla para disfrutar de la pintura. De fondo, música medieval interpretada con instrumentos de época y extensas cartelas que detallen la labor de los restauradores del museo capitaneados por Ubaldo Sedano. «Un año de trabajo concluye en esta sala que invita al recogimiento, con música de la época y dos instrumentos: un laúd y un órgano portativo», explicó al presentar la pieza Susana Pérez, restauradora del Thyssen.
Destacó la experta como Fra Angelico (Vicchio, 1395/1400- Roma, 1455), cuidó de forma «exquisita» su obra «eligiendo los mejores materiales, tanto para la tabla del soporte, con un entablillado posterior que evitara alabeos, como en el disco de oro de la corona y el lapislázuli de sus ropajes». «Logró efectos pictóricos primorosos, como las pestañas de la virgen o el modelado de los pliegues de su vestimenta, un manto azulado en el que han emergido matices inesperados», se felicitó la restauradora.
Con seis siglos a cuestas y el ataque de xilófagos, la tabla estaba «bastante bien», aseguró. Se han retirado capas de barniz envejecido y polvo y suciedad seculares. «El rostro de la virgen tenía daños y era una zona delicada y difícil, de modo que hicimos remates en puntos desgastados y con abrasiones», explica la experta. El complejo proceso incluyó la identificación de los materiales de la obra, análisis químicos, radiografías e imágenes de reflectografía infrarroja que descubrieron arrepentimientos y correcciones del maestro «que son los que la convierten en una obra maestra».
Se ha renovado el marco, de elaboración posterior a la pintura y armado con piezas de variada procedencia y textura. Su cobertura de oro se ha unificado como parte de un trabajo con materiales reversibles «lo que hará que la tabla no necesite otra restauración al menos hasta dentro de 40 años», según la conservadora. «Nosotros trabajamos con microscopio y sabemos que Fra Angelico trabajó con lupa para lograr sus portentosos acabados», aclara.
«Está paradójica pintura está a medio camino entre los rasgos góticos y renacentistas», apuntó el director artístico del Thyssen, Guillermo Solana. «Los ángeles músicos miran hacia arriba echando la cabeza hacia atrás, algo más sencillo en el gótico, cuando estaban todas las figuras en un mismo plano: estas tensiones hacen más milagrosa la integración de elementos», dijo.
«Fra Angelico se hacía eco de las innovaciones más avanzadas y por eso podemos ver una virgen con postura frontal, que parece no mirar al niño. Además, no es una virgen sentada en la hierba, como en obras anteriores, ni el niño aparece mamando. Está de pie sobre ella, de modo que hay algo paradójico en el título de 'Virgen de la Humildad'», insistió Solana. Obra del periodo de madurez de Fra Angelico, la virgen está plagada de detalles simbólicos: las azucenas que aluden a la pureza de María y las rosas rojas y blancas que hacen referencia a la pasión de Cristo.
La tabla formó parte de la colección del Jorge IV, luego de Leopoldo I de Bélgica y de su hijo, el infame Leopoldo II. En 1909 la compró el banquero Jefrey Morgan y en 1935 fue adquirida por el primer barón Thyssen, Heinrich Thyssen-Bornemisza. Su hija, la condesa Margit Batthyáni, la recibió en herencia hasta que su hermano, el segundo barón y esposo de Tita Cervera, se la compró en 1968 para la colección que vendió al Estado español en 1992.
Formaba parte de la colección Thyssen del monasterio de Pedralbes, 80 piezas que pasaron al Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), donde se exhibe habitualmente como parte del depósito del Thyssen, y donde regresará dentro de un año. «Trajimos a Madrid obras de ese depósito por diferentes pretextos, por lo que hay una rotación de 'facto', que no de 'iure'. Estará un año y eso nos deja bastante satisfechos», se congratuló Guillermo Solana.
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