Del viticultor al consejero delegado. Quienes se encargan de cada fase de elaboración de uno de los vinos más reconocidos del mundo muestran sus manos junto a sus herramientas de trabajo para que Luis de las Alas las enmarque sobre fondo negro. Enólogas, bodegueros, tractoristas, ... técnicos, toneleros, directores ejecutivos y viticultoras posan para mostrar el rostro de las vides y barricas del famoso Vega Sicilia, cuyo millón y medio de botellas anuales tienen una lista de espera aún mayor en 140 países.
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Durante más de un año el fotógrafo y el escritor Alfonso Armada han trabajado, en el terreno y los laboratorios, en un libro que conmemora los 40 años que este grupo vinícola tiene bajo la dirección de la familia Álvarez. «Busqué los orígenes», explica De las Alas. «No sólo son los grandes enólogos o ejecutivos, sino la gente que todos los días cuida su trabajo con mucho cariño, gente a la que no se suele conocer».
La edición de 'Tempos Vega Sicilia 40 años', que se presenta hoy en Madrid junto a una 'edición de bolsillo' titulada 'El misterio de Vega Sicilia' (La Fábrica), abre con una secuencia de imágenes captadas en las seis bodegas que actualmente conforman el emporio de los creadores del caldo 'Único'.
A la finca original con viñas sembradas en el siglo XIX y recuperadas estos años, ubicada en Valladolid (Castilla y León), se suman otras cinco. Alión, también con la denominación de Ribera del Duero pero de estilo más moderno; el centenario Oremus en Tokaj, Hungría; Pintia que produce los Toro de fuerte carácter; Benjamin Rothschild-Vega Sicilia en el norte de La Rioja, y la más nueva en Rias Baixas, cuyos Albariño serán los primeros blancos de esta etiqueta.
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Tras esta inmersión visual llega el ensayo sobre el mundo del vino. Con un estilo de viaje iniciático o de «reportaje de largo aliento», como prefiere llamarlo Armada, se descubren las biografías de los que antes nutrieron las imágenes, junto a la historia reciente de la empresa vitícola. Una «escuela de vida» entretejida con viñedos, conversaciones y catas exclusivas. «Sigo un camino de descubrimiento personal y me maravilló ver que trabajan muy despacio», revela Armada el secreto de estas bodegas. «La idea era componer una especie de obra de teatro, donde se reconociera a los trabajadores y en la que cada uno tuviera un papel muy importante. Es la forma de entender lo que supone un gran vino».
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