

Secciones
Servicios
Destacamos
Las manos de César Orrico (Logroño, 1984) han modelado el busto en bronce del poeta y dramaturgo Antonio Gala inaugurado hace unos días en el ... centro de Córdoba, frente a su Gran Teatro. Fue un encargo del Ayuntamiento para homenajear a Gala (fallecido en 2023) y la Fundación a la que da nombre, y en la que el escultor logroñés fue becario quince años atrás. Otra obra pública de Orrico, el busto de Clara del Rey, heroína del 2 de mayo de 1808, luce desde el año pasado en la plaza de las Comendadoras de Madrid. Sin embargo, son los museos, galerías y particulares los principales destinatarios de las creaciones de este logroñés, merecedor del Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura 2023, entre otros numerosos galardones, y un habitual en exposiciones internacionales. En su tierra, apenas podemos presumir de su obra en el Museo Vivanco y en la residencia de Santa Teresa Jornet, cuya capilla está presidida por un vanguardista Cristo suyo.
A través de la figura humana, Orrico profundiza en temas relacionados con la identidad, la ritualidad y el simbolismo, e invita a profundizar sobre la complejidad de la condición humana.
– ¿Qué faceta de Antonio Gala, a quien conoció personalmente, quiso trasladar a su busto?
– Un creativo alcanza su cénit en torno a los 60-70 años, de ahí que buscara esa franja de edad. He intentado representar a Antonio con una personalidad fuerte y con esa parte de luz que tenía, porque era brillante en todo lo que hacía; he buscado un torso elegante, con una presencia rotunda y, a la vez, delicada.
– En el giro que hace para mirar al Gran Teatro cordobés consigue ese movimiento tan característico de sus creaciones.
– La idea era que buscara con la mirada la entrada al teatro donde él tuvo tantos éxitos y nos ha brindado tantas alegrías. Para mí la vida es movimiento y una escultura hierática no representa la realidad. Al final, cuando la gente ve la escultura dice: «solo le falta hablar», y es precisamente por eso, porque todo son curvas y tensiones que van formando una mirada helicoidal, y eso transmite movimiento, algo fundamental en mi trabajo.
– ¿Resulta más satisfactorio ver su obra en un espacio público que en uno cerrado o un museo?
– Yo trabajo mucho la parte privada, hago obra para galerías y la adquiere el cliente para su casa. En el espacio público es muy gratificante porque estoy continuamente en contacto con la obra a través de mensajes y fotos que me mandan. Siempre que paso por el centro de Madrid (su lugar de residencia) me acerco a ver la escultura de Clara del Rey para ver qué tal está o simplemente para contemplarla y acordarme de los buenos y malos momentos vividos durante el proceso de su creación, y algunos son horribles hasta que consigues llevarla a tu terreno.
– En el caso del busto de Antonio Gala, ¿cuál ha sido ese momento horrible?
– Sorprendentemente todo el proceso fluyó con mucha normalidad, realmente ha sido fácil. Lo más complicado fue conseguir el parecido con Antonio por falta del material fotográfico adecuado, que tuve que buscar en internet y por eso acabé tirando bastante de memoria. Aparte de eso, lo que más me preocupaba era captar la personalidad de Antonio. He intentado hacer más un retrato psicológico que fisonómico, con su personalidad y porte. Pero el trabajo en general ha sido bastante armónico.
– ¿Cualquier figura o encargo es susceptible de ser esculpido por usted?
– No siempre, procuro ser selectivo. Si solamente se trata de poner las manos para ejecutar la idea de otro, entonces no estoy para nada interesado. Me+ gusta tener la mayor libertad posible para hacer lo que me mueve, y dentro de eso tengo una serie de inquietudes: recojo arquetipos del pasado, los traigo al presente y los reinterpreto, los llevo a mi terreno, mezclo conceptos...
– Sus creaciones le han llevado tan lejos como a la luna a través del proyecto del Códice Lunar.
– Solo los americanos podrían hacer algo así. Dos obras mías (digitalizadas) están en la superficie lunar en una cámara del tiempo hasta siempre o hasta que se las lleve algún marciano. Pero como te digo, eso solo lo pueden hacer los americanos.
– ¿En qué trabaja actualmente?
– Estoy empezando una serie en la que mezclo piedra artificial y madera, en la línea de reinterpretar los arquetipos antiguos, traerlos al presente, mezclar conceptos y culturas, aunque seguiré haciendo bronce porque es un material con el que me gusta estar en contacto y me permite hacer obra para el exterior.
– Dice que el cénit creativo se alcanza en torno a los 60 o 70 años. ¿Cómo se ve a esa edad?
– Espero que vivo (risas). No me gusta hacer planes, normalmente funciono de semana en semana, no planifico ni las vacaciones. Para entonces espero verme trabajando, con la misma vitalidad que ahora, con ganas y energía, ilusionado e imaginando que sigo teniendo 18 años. Creo que esa es la clave de todo creador, no envejecer y mantenerte joven y activo.
– Estaría bien tener obra pública de César Orrico en Logroño.
– Ojalá, yo no me cierro a nada, lo que pasa es que estas cosas van como van y, por desgracia, ser profeta en tu tierra es complicado. Pero hay gente muy buena en Logroño y, si no lo hago yo, lo hará otro.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.