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Su nombre a secas le sostiene. Él es Jorge Javier (Jorge Javier Vázquez, Badalona, 1970). Sin filtros, sin pelos en la lengua, sin paños calientes, «bien servido de desinhibición», como él mismo reconoce. De risa fácil, también de carácter reflexivo, a sus 51 años lleva ... media vida en los medios de comunicación. Aterrizó hace un tiempo en otras lides, entre ellas, el teatro. Debutó en el Bretón logroñés en 2015 con 'Iba en serio' y regresó en 2018 con 'Grandes éxitos'. Jorge Javier Vázquez vuelve hoy a la capital riojana para poner en escena 'Desmontando a Séneca', con doble función, a las 17 y 20 horas. En su gira está llenando los teatros. Llega a Logroño en un momento de su vida en que solo tiene ganas de pasárselo bien.
– ¿Qué le da Juan Carlos Rubio? Le dirige por tercera vez.
– Seguridad. Muchísima seguridad, porque el teatro es un terreno que yo no controlo en absoluto y para mí, que soy nuevo en esto, realmente llegar a un sitio y ponerte en manos de alguien en quien confías plenamente es una ventaja.
– ¿Por qué Séneca? ¿Por qué desmontarlo? Yo le veo a usted con trazos del canon del estoicismo, no sé es si es por su propia naturaleza o es a donde la vida le ha llevado.
– Este espectáculo nace porque el director de la función y yo somos más o menos de la misma edad y estamos en un momento de nuestras vidas en que tenemos que empezar a preguntarnos qué es esto, qué hacemos aquí, e intentar dar una respuesta a lo que significa estar vivo. Él encontró en Séneca al aliado perfecto para la respuesta, con una comedia muy divertida en la que se plantean los temas que a todos nos preocupan en algún momento de nuestras vidas.
– ¿Comulga entonces con el estoicismo, se tiene por estoico?
– Yo siempre digo que esta función me ha venido en el mejor momento de mi vida, porque me ha enseñado a vivir. Hay una frase de Séneca que se dice en la función, «A vivir hay que estar aprendiendo toda la vida», y recordar esto para mí es reconfortante, porque siempre tendemos a flagelarnos y castigarnos cuando cometemos errores y realmente a vivir solo se aprende viviendo, cometiendo errores y equivocándose. Me parece una gran lección de vida. Así que cada vez más estoico, sí, sí (risas).
– Podría parecer que a veces tiene un punto moralista.
– No, moralista no es en absoluto, huye de cualquier moralismo. Lo que pasa es que encuentras en Séneca respuestas totalmente válidas. El ser humano tampoco ha cambiado tanto a lo largo de los años, tiene los mismos miedos e inseguridades. Moralista, no. Lo que tiene es un poco de punto de apoyo para continuar en esta lucha, y, sobre todo, muchísimo optimismo.
– ... me refería a usted, no a Séneca...
– No, no, no, ¡qué va! (carcajada). Yo justifico absolutamente todos los comportamientos, siempre. Una vez, no recuerdo qué estaba justificando en televisión y desde Control dijeron «¡pero por favor, qué conciencia más laxa tiene este tío!» (más risas). Sí, sí, totalmente, totalmente. La vida me ha enseñado a no juzgar.
– Con los años va ganando en desinhibición, y ya es decir...
– Ay sí, pero fíjate que, joder..., tengo 51 años, debería haberla ganado mucho antes. Pero vamos, yo creo que de desinhibición voy bastante bien servido, aunque debería haberme lanzado mucho antes.
– Usted es filólogo de formación. Lo de presentador, comunicador, actor, cantante, productor, escritor, bloguero... ¿es deformación? ¿O es al revés?
– Siempre digo que una de las cosas malas que tiene esta vida es tener que escoger la carrera demasiado pronto, y ahora me lamento mucho de no haber aprovechado más mi paso por la facultad. Yo estaba a otras cosas. Estudiaba Bachillerato y COU en un colegio del Opus Dei y cuando llegué a la universidad era como la libertad: empecé a saber que no sucedía nada cuando no ibas a clase, que no pasaban lista... y entonces yo me despendolé.
– ¿Y cambiaría hoy en día de carrera?
– (Se lo piensa) Buff, no lo sé... No, no. Supongo que la haría igual, pero lo aprovecharía más. Pero es que ¿sabes lo que pasa? Que cada vez que pienso en mis años de estudiante me parece un horror, porque a mí lo que me gusta es el mundo laboral. Fíjate que mi pesadilla más recurrente, pero recurrentísima ¿eh?, es que me presento a algún examen de la carrera y no me lo sé, o que me falta alguna asignatura para conseguir el título...
– ¿Y eso a qué lo atribuye?
– Pues no lo sé. Yo creo que tiene mucho que ver con defraudar o no a mi padre. Era el miedo que yo tenía. Él quería que su hijo fuera universitario por encima de todas las cosas, que hubiese hecho Medicina o alguna carrera técnica, y yo tenía miedo a defraudarle. Recuerdo que en algunos sueños al final ya era como «bueno, ya está, tengo mi vida hecha, no hace falta que tenga el título, estoy trabajando, me gano bien la vida, lo del título no me inquieta...». Pero sí, sí, es tremendo lo del subconsciente.
– Por las tablas del Bretón logroñés pasa lo más granado de la escena nacional. Y por tercera vez se ha hecho usted un hueco en la programación teatral de septiembre.
– Sí, la verdad es que estoy muy feliz, y convencido de que el público se lo va a pasar en grande, que es lo que está sucediendo en todas las ciudades que estamos visitando. Y te digo una cosa, para mí es mágico volver al Bretón, porque es uno de los teatros más bonitos de España.
– ¿Y qué les da usted a la audiencia y a los espectadores?
– Mira, eso no lo sé. Yo tengo que estar agradecido a la audiencia y a los espectadores porque han tenido mucha paciencia conmigo. A mí me 'compraron' desde el primer momento y la verdad es que tengo que agradecérselo, porque han tenido motivos suficientes para decir «qué plasta este tío», porque me ven a todas horas, pero ahí siguen.
– Algo tendrá el agua cuando la bendicen, ¿no?
– No sé, supongo (risas).
– Da la sensación de que usted no se cansa. ¿Teme cansar?
– Ahora ya no. Ahora ya me da igual. Porque si cansara y me tuviera que ir a mi casa, pues chica, ya bastante, ¿no? Tendría que estar agradecido. Si me dicen «ya mañana no vengas», lo único que puedo decir es «gracias».
– No me cabe duda de lo que le importan las críticas...
– ¿Es ironía?
– Ironía total.
– Pues yo creo que depende mucho del momento vital en que te encuentres. Si estás feliz con tu vida y contento y tal... a ver, si es que ya depende también de dónde vengas... como todo está tan cruzado, y todos sabemos de dónde venimos y a qué grupos empresariales pertenecemos... Yo sé que hay unos grupos que siempre me van a poner mal haga lo que haga y otros que intentan valorar de manera más objetiva lo que hago. Aprendes a leer las críticas, hay que aprender a leerlas también, y saber de dónde vienen.
– ¿Y en qué momento personal se encuentra Jorge Javier?
– Pues mira, en un momento en que solo tengo ganas de pasármelo bien.
– ¿Y ya está?
– (Risas)... y me parece maravilloso, vamos...
– ¿Es la cultura segura en tiempos de COVID?
– Segurísima. Yo no conozco a ninguna persona que se haya contagiado en un teatro.
– 'Desmontando a Séneca' pivota sobre el libro del filósofo 'De la brevedad de la vida' (De brevitate vitae). Mal momento para preguntarle sobre la brevedad de la vida. Su ictus, la muerte de su gran amiga Mila Ximénez... ¿O buen momento, precisamente por ello?
– Pues fíjate, lo de mi ictus para mí fue muy positivo, porque me di cuenta de que esto tiene fecha de caducidad, que es una cosa que siempre tenemos ahí rondando, pero cuando recibes un aviso... Y me ha servido para no desaprovechar ni un día. Y lo de Mila... todavía no sé si me ha servido para algo. Yo creo que no, porque ha sido una pérdida que la verdad es que en mi vida cada día se hace más patente.
– «La pandemia ha matado mi curiosidad», ha dicho recientemente. ¡Qué pensaría Séneca!
– No sé, creo que a todos nos ha tocado de una u otra manera. Yo me he acostumbrado a estar en casa, a no ver a nadie, a no relacionarme, y ahora estoy empezando a recuperar otra vez las ganas de volver a la vida. ¿Y qué diría Séneca? Que «está bien, pero sin exagerar» (risas).
– Le voy a plantear algunas citas de Séneca. A ver qué me dice sobre ellas.
– «Hace falta toda una vida para aprender a vivir».
– ¡Esta, esta!, ¡esta me encanta! Porque es que como la que te he dicho antes de que «a vivir hay que estar aprendiendo toda la vida». Me gusta mucho esa sensación de que cualquier día podemos empezar una nueva vida, y que nuestros errores no nos tienen que esclavizar ni machacar, no, hay que luchar contra ellos y dar batalla.
– «Algunas veces incluso vivir es un acto de valor».
– Ostras, sí, sí, estoy totalmente de acuerdo. Me parece muy muy complicado. Seas quien seas hay tramos en la vida que son realmente complicados.
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– «No es que tengamos poco tiempo, es que perdemos mucho».
– Eso es una de las cosas que decimos en la función. Yo ahí estoy de acuerdo a medias. Creo que nos hacen tomar decisiones en la vida demasiado pronto, como lo que decía de estudiar. A mí me encantaría tener tiempo para vivir en diversas ciudades del mundo: a los 40, en Río de Janeiro; a los 40, en Buenos Aires; a los 40 en Lisboa... No a los 20 en un sitio, a los 30, en otro... (ríe). Me gustaría pararme, es que cuando la vida es divertida es muy divertida.
– «Es mejor aprender cosas inútiles que no aprender nada».
– (Risas) Sí, sí, aunque parezca que no, en algún momento de tu vida le vas a sacar partido.
– «Entre los demás males, el peor es andar variando los vicios».
– Ahí la verdad es que tampoco estoy muy de acuerdo (carcajada), porque creo que lo bueno es probar todos. Yo, como digo en la función, soy muy vicioso.
– Y una última frase, que no es de Séneca... En Logroño estamos de 'no fiestas'... no se vaya a despendolar...
– ¡¡Nada, nada, nada!! Llego justo para la primera función, porque el sábado (por ayer) por la noche trabajo, y tengo dos funciones seguidas. Una de las cosas que más envidia me da de mis compañeros es si en la ciudad están de fiestas y pueden aprovechar para salir. Aunque luego también evito un poco los sitios donde hay mucha gente. Pero me da una envidia... Yo eso de no disfrutar de las fiestas populares es de lo que peor llevo. ¡Porque a mí me encanta una verbena!
– Hablemos de televisión. Los programas que presenta son los que registran mayor audiencia. ¿Le dan los mejores o son mejores porque usted les pone cara?
– Me dan programas que están muy bien hechos y que les tengo muy pillados el punto. La verdad es que, afortunadamente, yo he encontrado en televisión las hormas de mis zapatos, porque he tenido programas que a mí me van bien, y eso es importantísimo, que vayan bien con tu tono.
– ¿Por qué mucha gente abomina de 'Sálvame'... pero no se lo pierde?
– Buff, pregúntales a ellos...
– Le pregunto a usted qué piensa sobre ello.
– ¿Sabes qué pasa? Que son preguntas que ya ni me planteo, porque suenan como a justificación, y justificarte después de 12 años...
– ¿Cuándo se retirará? Y conste que no es una pulla...
– Pues no tengo ni idea. Muchas veces lo he pensado, pero también creo que soy muy joven para hacerlo. Y a veces también me da un poco de inquietud. Yo soy de una generación y vengo de una familia en que hemos trabajado absolutamente todos siempre. En la cabeza de una persona lo del retiro suena como muy mágico, pero luego ponerlo en práctica no me parece tan sencillo. Me quedan muchos años, en teoría, de vida laboral y creo que es muy sano para la cabeza, sanísimo, estar ocupado.
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