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ANTONIO CORBILLÓN
Lunes, 2 de diciembre 2019, 20:22
Por una vez, la mala mar gallega no arroja a las playas dolor y desgracia, sino un tipo de 'pesca' que no cabe en reteles y bateas. El 25 de noviembre embarrancaba ante la playa de O Foxo (Aldán, Pontevedra) un 'narcosubmarino' de unos 20 ... metros de eslora. Dos de sus tres ocupantes, de nacionalidad ecuatoriana, fueron detenidos y ya están en prisión. El tercero logró huir a nado. En el submarino transportaban más de 3.000 kilos de cocaína. La droga procedía del mayor productor mundial, Colombia. Son cien millones de euros a precio de mercado tragados por las bravías aguas atlánticas.
En contra de lo que para muchos parece un salto cualitativo en la forma de transporte, para las brigadas de la Policía Nacional y la Guardia Civil que luchan contra el narcotráfico solo es la definitiva confirmación de algo que lleva sucediendo desde comienzos del siglo XXI.
De hecho, desde Vigilancia Aduanera revisan los archivos y recuerdan que hace 13 años (12 de agosto de 2006) y muy cerca de Aldán fue interceptado un sumergible. «Era tan chapucero, que se les fue a pique», resumen desde este servicio que completa los recursos contra el tráfico ilegal de drogas. Tirando del hilo llegaron hasta un almacén de Oia, donde se había construido el fallido batiscafo de 11 metros de eslora y en el que cabía un solo tripulante. «Podía viajar a tres metros de profundidad y cargar hasta una tonelada de cocaína», calcularon los inspectores aduaneros.
Las Policías españolas están seguras de que, si establecemos una línea entre las Azores y las costas occidentales del Atlántico, nos encontraríamos algo más que unos cuantos pecios hundidos en tiempos de las colonias. Sus colegas de las Brigadas de Estupefacientes de Colombia les han convencido de que hay docenas de artefactos hundidos. Estos nuevos sistemas de reparto permiten transportar grandes cantidades sin riesgo de ser detectados por aviones de reconocimiento. Hasta Joaquín 'el Chapo' Guzmán, emperador del narco mexicano, copió el método de los traficantes sudamericanos.
Lo habitual es que recorran todo el Atlántico y, a 300 o 400 millas de Canarias, a la altura de las islas Azores, se produzca el transbordo hacia las lanchas rápidas que completan el recorrido hasta las costas gallegas. Se ha convertido en un método tan fiable y rentable, que los cárteles de la droga invierten entre uno y dos millones de euros en su construcción. Se usan en un solo viaje y, una vez que sus pilotos embarcan también en las lanchas, son sumergidos en el fondo del mar.
El trabajo se acumula ante las costas españolas. Los últimos informes del Centro Europeo de Control y Adicción de Drogas (EMDDA, en inglés), con sede en Lisboa, recuerdan que el «47% de las incautaciones de drogas en Europa se realizan en España». Y también que «la mayoría llegan por el mar».
Finales de octubre. Aguas del Pacífico entre Colombia y Centroamérica. Parece un tanque oruga militar anfibio. Mide 30 metros de largo y dos de profundidad. Lo impulsan tres motores fueraborda con los que intenta burlar a los guardacostas colombianos. Finalmente lo apresan cerca del litoral de Nicaragua. Dentro viajan tres hombres y 870 kilos de 'coca'.
El capitán de la brigada, Juan Antonio Guerra, permite a una cámara del canal 'Univisión' entrar en el artefacto. «Se guían por un compás magnético y un GPS. Y llegan a pasar hasta tres días sin comer hasta que se acostumbran a un espacio tan angosto», relata el oficial.
Dentro del cubículo hay un penetrante olor a clorhidrato de cocaína. Combinado con el sonido de los motores, de 350 caballos cada uno, lo convierten en una ratonera. «Lo que más temes es chocar con un mercante o desmayarte por el poco aire que hay en la cabina, que lo hace todo irrespirable». Jaime Valencia Mina paga en una prisión de Florida (EE UU) el precio de haber sido piloto de estos aparatos. Un juez le condenó a 27 años de cárcel. Cuenta en una cadena mexicana que fue interceptado en 2011 con un alijo de cinco toneladas. Un hermano suyo murió de un infarto al mando de un submarino.
- ¿Por qué lo hace si ya le cogieron una vez? (le preguntan).
- Me gustaba la buena vida. Y me pagaban hasta 35.000 dólares (más de 30.000 euros). Con eso daba educación a mis hijos.
La Interpol celebró en septiembre en Ciudad del Cabo una cumbre mundial monográfica sobre la lucha contra el mercado de drogas. Su presidente, el coreano Kim Yong Yang, resumió la situación: «Con la creciente porosidad de las fronteras, la accesibilidad y el abuso de drogas, el problema es cada vez más extenso y complejo».
A veces, más que a la modernidad, los métodos retrotraen a la Edad Media. En septiembre de 2017, en plena campaña electoral, Donald Trump acudió a las fronteras mexicanas, cuyo blindaje sigue siendo una de sus obsesiones. «Tan terrible como suena -dijo en un mitin-. Cuando arrojan costales grandes de droga sobre la valla y, si hay gente al otro lado del muro y no los ves; si los costales te caen en la cabeza con casi 30 kilos, te mueres».
Hubo sonrisas entre los oyentes. Y no existen informes de que hayan aplastado a nadie. Pero no era una de sus habituales 'fake news' (falsedades). Las patrullas fronterizas norteamericanas ya han detectado varias catapultas que arrojan los alijos por encima de las verjas. Artilugios capaces de levantar los fardos y enviarlos 50 y hasta 100 metros más allá.
Un tráfico que se completa con drones o ultraligeros, mejorados para aumentar su capacidad de carga. Las autoridades de Estados Unidos bloquean una media de un centenar de estos 'mosquitos' al año. Un quebradero de cabeza más para esas patrullas que, más que mirar al cielo, solían escudriñar el subsuelo. Desde 1990 han sido detectados 250 túneles que unían ambos países. Un sistema básico dotado en muchos casos de iluminación, rieles y hasta ventilación.
Son sistemas que se añaden a un inacabable menú. Desde las 'mulas' (personas) que se meten la droga en su estómago, a los cargamentos de aguacates, sandías, chocolate, carbón de quemar y hasta tornillos de acero, vaciados para rellenarlos de 'oro blanco'.
Uno de los más difíciles de detectar es la 'coca' en polvo mezclada con disolventes que se puede separar. Una vez líquida se transporta rociada en la ropa, en cápsulas de látex o camuflada en líquidos legales como los licores. En destino se 'recompone'.
La nueva batalla, como tantas otras, ha saltado a la Red. Estados Unidos y Europa cerraron en junio los sitios web Wall Street Market y Valhalla. Ya van seis clausurados. Pero hay «treinta mercados de narcotráfico en línea», advierte DarknetLive, un portal monográfico del 'Internet oscuro'. Hasta la agencia de prensa oficial china Xingua admite que lucha contra «los traficantes de drogas que usan la web oscura para el comercio de narcóticos».
209.000 hectáreas ocupan las plantaciones de cocaína solo en Colombia, primer productor mundial. Interpol advierte en sus últimos informes del avance imparable de los sistema de camuflaje y distribución. Están ligados a los fuertes incrementos en la producción mundial y a que se están viendo favorecidos por el creciente desgobierno político en los países productores: Pakistán, Colombia, Bolivia, Ecuador o Perú.
En el centro del problema La ubicación geográfica convierte a España en paso clave no solo para los cárteles latinoamericanos sino para las mafias del cannabis marroquí.
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