Obrero acaba de publicar 'Cerezas sobre la muerte'. Ainhoa Gorriz

Mario Obrero

Poeta
«No he venido a este mundo a ser una insignificante ni una ingenua»

Con 14 años lo llamaban el Rimbaud de Getafe. Ahora tiene 19, acumula dos importantes premios de poesía y los elogios más encendidos. Con júbilo transita por la escritura y su militancia poética, habla en femenino y lamenta esa tendencia a ponerse de perfil. «En política hay que significarse», dice

Sábado, 22 de abril 2023, 19:54

Soy asmático, mi respiración es más deficiente que la de cualquier otro ser humano», cuenta Mario Obrero (Madrid, 2003), poeta de versos sorprendentes que te ayudan a oxigenarte. Ganador en 2018 del XIV Premio de Poesía Joven Félix Grande por 'Carpintería de armónicos', y en ... 2021 del XXXIII Premio Loewe a la Creación Joven por 'Peachtree City' (Visor), acaba de publicar 'Cerezas sobre la muerte' (La Bella Varsovia), que también incluye ilustraciones y collages propios. Un libro que parte de este paisaje: «En la fosa común de Pernafeites, en Miravet (Tarragona), yacen un centenar de soldados republicanos. Sobre sus cadáveres brotaron débiles los cerezos, como si -pese a todo- la vida y la belleza quisieran pasar página; pero el payés que trabajaba la tierra decidió, con su 'gesto', que ganase la memoria».

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- ¿No tiene previsto cortarse el pelo?

- [Risas] ¡No, no! En cuanto a mi pelo soy muy conservador. Ahí sí que no siento necesidad de cambio.

- ¿Qué es para usted la poesía?

- La poesía es en lo que milito y lo que me emociona muy especialmente.

- Un verso de Eloy Sánchez Rosillo dice: 'Para escuchar el canto del jilguero vine yo al mundo'. ¿Y usted?

- Qué hermoso. Me acuerdo ahora de Juan Carlos Mestres cuando pregunta '¿sabes tú de quién aprendí a cantar?', y responde: 'Del gorrión y del grillo aprendí yo a cantar'. Pero yo estoy aquí, muchas veces sin saber si regresando o marchándome, ni para qué he venido; ahí me hallo, abrazado a esa incertidumbre... Quizá he venido a escuchar.

- ¿Qué agradece?

- He disfrutado de la posibilidad de tener una infancia, unos primeros años de vida, tremendamente feliz, y me entristece que esto no sea una experiencia más universal. Sé lo difíciles que son los primeros años y lo difíciles que son las convivencias, los entornos, para muchas personas; y tengo la experiencia cercana de amigas y seres queridos. Por suerte mi entorno, tanto mi familia con mi ciudad, Getafe, incluida la escuela pública a la que fui desde pequeño, ha hecho que todo sea muy sencillo y que haya podido deslumbrarme por el mundo. Mi contacto con la poesía, con el arte, con la cultura en general, empieza en la infancia, con mi familia, con ese colegio público que le digo, con un conservatorio también público, en una ciudad que me permitía no solo que yo me acercara a las cosas, sino que esas mismas cosas estuvieran a mi alcance.

- ¿Qué abandonó?

- Jugué durante años al baloncesto, pero me di cuenta de que no tenía altura, ¡física [ríe]!, y de que mejor sería acabar con mi aventura baloncestística. Como he sido un niño asmático desde muy pequeño, he jugado, por supuesto, y mucho, pero sin tener especial predilección por los deportes.

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- ¿Y por qué actividad sí sentía especial predilección?

- Por jugar al escondite, hay algo muy hermoso en aquello de esconderse y desear que te busquen y que te encuentren.

El juego favorito

«Hay algo hermoso en esconderse y desear que te busquen y que te encuentren»

- ¿De reservas de inocencia qué tal anda?

- Yo deseo, Antonio, no haber perdido la inocencia del niño. Creo que se debe hacer un gran ejercicio de resistencia a perderla. Defiendo la resistencia de la inocencia en un mundo cada vez más sintetizado en sus discursos, cada vez con menos polisemias, con acepciones más limitadas y que busca puntos comunes que no son otra cosa que la mediocridad. El punto medio de Aristóteles no tenía nada que ver con lo mediocre, que ahora mismo parece que es por lo que más se aboga. Creo que frente a esa tendencia, frente a ese arrastre, hay que mantener la inocencia.

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- ¿Es uno de sus empeños?

- Es quizás la gran labor que puede hacer el poeta no solo para sí mismo, sino para su tribu, para sus iguales. Yo procuro cuidar de esa inocencia, y creo que, precisamente, la poesía es volver a un territorio inocente, a un territorio donde una nunca se va a esperar que las golondrinas vayan con muletas, algo que hace posible Federico García Lorca en 'Poeta en Nueva York'. Qué mal cuando ya nada nos sorprende. Yo deseo ser inocente y, además, pienso que hay una profunda y radical diferencia entre el ignorante y el inocente.

- ¿Cuál?

- La inocencia es una posición vital, política y poética, decidida, vocacional. Uno es inocente porque decide mirar el mundo desde un lugar no convencional, pero nunca es ignorante y mucho menos ingenuo.

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Política

«Como diría Julio Anguita, me sitúo a la izquierda de lo posible; ahí intento ubicarme»

- ¿Y cómo se contempla el mundo desde ahí?

- Mejor, el mundo sin poesía es un lugar más hostil y con mucha menos esperanza. Siendo inocente, pero no ingenuo, mirando el mundo con ojos de poeta, nadie ni nada, ningún proceso histórico social o civil puede arrebatarte la esperanza.

El poeta y su tribu

- ¿Es usted diferente?

- En cualquier caso, y por suerte, soy diferente junto a otras muchas. La poesía nunca va a ser un espacio de soledad. El poeta funda una tribu en la que, por supuesto, hay muchas y muchos; para empezar, las lectoras y los lectores. Además, te sientes cómplice de cualquier poeta, escritora o artista a lo largo del tiempo. Si la poesía no fuera un espacio y una ciudad, una fundación de amor, yo no habitaría en ella.

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- ¿Qué necesitamos?

- De las voces y la memoria de lo acontecido; en mi caso, unas y otra me conducen a una postura civil y ética con respecto al mundo en el que vivo. Y sobre todo, con respecto a un país como España. Soy una persona de 19 años que tiene una sensibilidad militante con respecto al tema de la memoria histórica, y no creo ser el único: somos miles de jóvenes de mi edad los que tenemos este compromiso ético. Debería ser un imperativo reflexionar y, en fin, reconstruir el relato montado sobre qué es el tiempo, sobre cómo nos afecta el pasado y sobre qué se conforma nuestro presente.

Inocencia

«El mundo sin poesía es un lugar más hostil y con mucha menos esperanza»

- ¿Dónde se aloja políticamente?

- Como diría Julio Anguita, me sitúo a la izquierda de lo posible; ahí intento ubicarme.

- ¿Por qué?

- Bueno, no conozco muchos poetas que hayan sido dictadores, que hayan sido alcaides de prisión o que, de algún modo, hayan causado terrorismo de Estado hacia la población civil. Sí que conozco a muchas poetas exiliadas, como Concha Méndez; a muchos poetas que han estado en la cárcel, como José Hierro y Marcos Ana; y conozco poetas cuyos restos se buscan en las fosas comunes y en las cunetas de este país. Sinceramente, veo un profundo vínculo entre la condición humilde de la poesía y la condición humilde del proletariado. Me reconozco hijo de una tradición literaria y civil y, consecuentemente, ese es el lugar que ocupo. Me parece que son profundos los nexos, las uniones entre mirar el mundo de forma distinta y mirarlo desde abajo. Estar abajo también es una distinción radical y fundacional con respecto a la posición que ocupas en tu vida, el lugar donde habitas.

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- La memoria histórica sigue levantando ampollas.

- Me sorprende, me choca mucho, cuando desde la derecha extrema o la extrema derecha se habla y se critica, con muy pocos modales y con, digamos, muy poco tacto, la militancia en términos de memoria histórica y aquellas políticas que van a su favor. Decía el otro día Isabel Díaz Ayuso que había que votar contra los enemigos de España, de la familia y de la libertad; a mí esa frase me suena a Falange Española. Este es un presente donde las derechas cada vez son más antiguas, más viejunas. En una escena global vemos un neoliberalismo que tiene los nombres de Trump de Bolsonaro, en España parece que nos cuesta bajarnos de lo narrado por Miguel Delibes en 'Los santos inocentes'. La derecha viene con fuerza encarnando lo más rancio y reaccionario que tenemos en nuestro país. Lo vivo, tenemos dos concejales de la extrema derecha en un municipio que es de clase obrera. Por eso digo que la esperanza es un imperativo, y sin de nuevo ser ingenuo, proclamo que no son tantos ni son tan fuertes, si bien es cierto que gritan mucho. Tanto la poesía, como la cultura en general y los buenos modales y el civismo, suelen ser un poco más callados en sus formas, un poco más modestos y humildes; no tiene la razón el que más grita.

Memoria histórica

«En España nos cuesta bajarnos de lo narrado por Delibes en 'Los santos inocentes'»

- ¿Dice siempre lo que piensa?

- Sí, y sé que hacerlo acarrea responsabilidades y estoy a favor de que así sea. En política hay que significarse y hablar de ella en la mesa y en los espacios públicos. Lo contrario de no significarse es ser insignificante. Por cierto...

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- ¿Qué?

- ... estoy pensando sobre la pregunta de a qué podría haber venido yo al mundo.

- ¿Y?

- No he venido al mundo a ser una insignificante ni una indiferente, eso seguro. Puedo que de este modo se me cierren puertas, pero creo, sinceramente, que son puertas por la que no querría entrar ni aunque estuviesen abiertas. Incluso estoy contento de que se cierren a mi paso.

El gusto de fastidiar

- ¿Qué le divierte mucho?

- Me divierte mucho salir de fiesta, por ejemplo, con mi compañera de piso, que es una persona estupenda, y con otras amigas, que también lo son. Y me divierte mucho caminar de noche por las ciudades y, siempre, y profundamente, volver a ver 'Amanece que no es poco', la película de José Luis Cuerda. Podría verla mil veces y seguiría riéndome.

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- ¿Por qué decidió hablar en femenino?

- Si algo genera fastidio, genera cierto movimiento en las sillas quietas de la normalidad que no cuestiona nada, de momento empieza por ser interesante. El lenguaje es una herramienta con la que jugamos en la poesía y con la que también podemos jugar en el discurso social. Hay una intención lúdica en ello y también una intención política, por supuesto. El feminismo es la mayor de las revoluciones actuales y es, sin duda, el gran motor que está cambiando, o que tiene potencialidad de cambiar, no solo el país que somos sino también la sociedad en la que vivimos a nivel global. Es una lucha que llevan las mujeres, y a los hombres lo que nos toca es dejar de intentar seguir acaparándolo todo y aprender de ellas. Aprendiendo de ellas y desaprendiendo ciertas convenciones, ciertos lugares comunes y ciertas opresiones atávicas. No tenemos que ser nosotros los adalides del feminismo, que sigue existiendo gracias a mujeres maravillosas y valientes. Nos toca estar en segunda fila, no queramos ahora también ocupar el lugar de Virginia Wolf o Mary Beard.

Feminismo

«No queramos ahora también los hombres ocupar el lugar de Virginia Wolf o Mary Beard»

- La juventud.

- Se quiere una juventud emancipada, responsable y que sea triunfadora en los términos que denominamos triunfar hoy en día, bajo un sistema económico capitalista, y luego lo que le ofrecemos es un mercado laboral pobrísimo, unos sueldos poco decentes, y unas opciones de vida, de futuro. No puedes querer que los jóvenes se emancipen si tiene que pagar por el alquiler 800 euros.

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- ¿Qué le gustaría conseguir con sus versos?

- No estaría mal que generasen esa 'escarcha de la duda' de la que hablaba Guadalupe Grande.

- ¿Saldrá esta noche con la amigas?

- Esta noche no, estamos todas muy liadas.

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