Pablo Sendra.

«El vehículo privado debe desaparecer de las ciudades»

El arquitecto español Pablo Sendra analiza junto con Richard Sennett el futuro de las urbes en el libro 'Diseñar el desorden'

Álvaro Soto

Madrid

Domingo, 13 de junio 2021, 18:04

Hace 50 años, un libro sacudió los cimientos de la arquitectura. 'Los usos del desorden', de Richard Sennett, alertaba sobre las consecuencias de unas planificaciones urbanas rígidas que a la larga iban a desnaturalizar algo tan esencial como el desorden de las ciudades, que genera ... una ciudadanía crítica y en relación con los demás. Ahora, el arquitecto español Pablo Sendra, que responde a las preguntas de esta entrevista, se ha unido en 'Diseñar el desorden' (Alianza Editorial) a Sennett para analizar los cambios experimentados por las ciudades en estas cinco décadas y sobre todo, las tendencias y las propuestas que pueden hacer que las urbes sean cada vez más humanas, también en una época postpandemia.

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-¿Las ciudades postcovid serán más humanas o al contrario, tenderán a aumentar el aislamiento y la separación de las personas? 

-Una de las principales lecciones de la pandemia es la importancia de la infraestructura social, que consiste en las conexiones entre las personas, los encuentros sociales, los grupos de ayuda mutua y solidaridad, así como los espacios físicos que facilitan esta interacción social. En los peores momentos de la pandemia, centros comunitarios en Londres llevados por voluntarios y voluntarias facilitaron la vida de muchas personas en varios sentidos: ayudando a aquellos que necesitaban acceso a comida saludable, y también manteniendo espacios de interacción social, que se habían imprescindibles para hacer frente a la salud mental de muchas personas.

-¿Existen recetas genéricas para que las ciudades sean más 'vivibles'? ¿Me puede decir alguna?

-En el libro, Richard Sennett y yo proponemos ciudades que sean más flexibles, que tengan capacidad de cambiar dependiendo de las circunstancias y la capacidad de evolucionar en el tiempo. También proponemos ciudades más colectivas, con una infraestructura física y social compartida por las personas. Compartir recursos lleva a más interacción social, a más relaciones de solidaridad entre las personas y a más negociaciones. También puede llevar a conflictos, pero en el libro vemos este conflicto como algo positivo y necesario para las ciudades. Los espacios urbanos que proponemos ayudan a las personas a enfrentarse a estos conflictos. 

-Durante muchos años, las ciudades han sido lugares en los que los ricos y los pobres se mezclaban en parques, comercios..., y usted, en el libro, habla de ejemplos de plazas que han servido para esta mezcla. Ahora se ve, sin embargo, que las ciudades están cada vez más segregadas, con urbanizaciones valladas, más seguridad... ¿Las ciudades tienden hacia eso? ¿Es peligroso para la convivencia que eso ocurra?

-Durante la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos de siglo XXI, las ciudades han ido tendiendo a ser cada vez más rígidas y segregadas. A esto Richard Sennett lo llama la «ciudad cerrada». Esto ha tenido un efecto devastador en las ciudades, ya que elimina la vida urbana. Es por ello por lo que en el libro proponemos diseñar el desorden, entendiendo como desorden lo informal, lo no planeado y la interacción espontánea entre personas diferentes. Entendemos que, dado que la ciudad se ha vuelto tan rígida, este desorden ya no puede ocurrir de forma natural, y hay que planearlo, que diseñarlo.

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-En el mismo sentido, ¿qué se puede hacer para reducir la desigualdad en las ciudades? 

-Eliminar la desigualdad requiere cambios estructurales muy profundos. Nosotros proponemos varias acciones en el libro que pueden crear ciudades más justas. Proponemos la existencia de instituciones municipales abiertas, donde la gente pueda participar, y que aseguren la distribución justa y equitativa de recursos, servicios básicos para todas las personas tal y como salud, educación y vivienda, prestando particular atención a colectivos en riesgos de exclusión. Además de estas instituciones municipales abiertas, proponemos redes de iniciativas colectivas que vengan desde abajo. Estos diferentes nodos de la red trabajan de forma independiente, tienen sus propios sistemas de toma de decisión y proporcionan otra capa de servicios y bienestar a través de sistemas de ayuda mutua. Los nodos de la red, a pesar de ser independientes, intercambian conocimiento y recursos entre ellos y está conectados en red. Las instituciones municipales abiertas, además de repartir recursos y proporcionar servicios, también tienen la misión de apoyar estas iniciativas desde abajo y aprender de ellas.

-¿Qué se debería hacer con los coches en las ciudades? ¿Qué medidas tomaría usted con los vehículos?

-El vehículo privado debe desaparecer de las ciudades. Ocupa un espacio desproporcionado en la calle y hace las ciudades más rígidas, además del efecto tan nocivo que tiene en el medio ambiente. El coche eléctrico no es una solución para esto, ya que repite muchos de los problemas del vehículo de gasolina. La solución es eliminar los vehículos privados de las ciudades. Quedará algunos ya que hay personas que necesitan el vehículo para su trabajo, y también vehículos compartidos que personas puedan utilizar para viajar en ocasiones puntuales, pero no es sostenible mantener el número de vehículos privados existentes.

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-Pero cada vez que aparecen proyectos destinados a la peatonalización o a quitarle espacio a los coches, sectores como el comercio ponen el grito en el cielo. ¿Qué hace falta para que estas iniciativas en pos de los peatones sean mejor aceptadas?  

Es una cuestión complicada. Por un lado, hace faltan métodos de participación que incluyan a los comerciantes en la toma de decisiones y poner en marcha mecanismos que protejan a los comercios, particularmente en fases de implementación. Muchas de estas críticas en ocasiones se originan porque los comerciantes de repente ven que van a levantar su calle y repavimentarla sin que nadie les diga nada. Esto hace que pierdan clientes durante y tiempo y las consecuentes pérdidas económicas. Al repavimentarlas, después de todas las pérdidas, les suben el alquiler porque la calle está más bonita, y tienen que irse y los reemplazan negocios más «chic» que gentrifican la zona. Es normal que los comerciantes se nieguen a eso. La solución es involucrarlos desde el principio, escuchar qué cuestiones se necesitan, y apoyarlos económicamente y de diversas formas en el proceso de transformación. 

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-¿Cree que el futuro de la movilidad en las ciudades pasa por las bicicletas?

 -Las bicicletas juegan un papel muy importante en el futuro de las ciudades, aunque hay que tener claro que no es el único. Hay personas con dificultades de movilidad que tienen un acceso mucho más complicado a la bicicleta. Sí que hay que hacer los desplazamientos más cortos, reducir la necesidad de ir al trabajo todos los días, construir viviendas más asequibles para que la gente pueda vivir cerca de donde trabaja, y así facilitar los desplazamientos a pie y en bicicleta.

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