
Cuándo se jodió el Perú
Jonás Sainz
Logroño
Lunes, 14 de abril 2025, 14:41
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Jonás Sainz
Logroño
Lunes, 14 de abril 2025, 14:41
¿En qué momento se había jodido el Perú? 'Conversación en La Catedral', la tercera novela de Mario Vargas Llosa y, según él mismo, una ... de las mejores de toda su obra, arranca con esa pregunta, que era y sigue siendo muy común en el país andino, tan conocedor y sufridor, como tantos otros latinoamericanos, de lo que cuesta parir, criar y defender una democracia libre. Medio siglo después, el escritor hispano-peruano publicó 'Tiempos recios', su intento por explicar –o al menos cuestionar– cuándo se torció el continente entero. «Ningún país se jode en un solo día y menos aún un continente. Es un proceso largo y así ha sido en América Latina». Esa fue su respuesta a la pregunta obligada de la prensa en la multitudinaria presentación del que resultó ser uno de sus últimos libros. Fue en octubre de 2019 en la Casa de América en Madrid. La expectación parecía más propia de una estrella del rock. Pero es que el joven Marito quedaba ya muy lejano y Vargas Llosa, uno de los escritores de mayor prestigio internacional, se había convertido en toda una celebrity.
¿En qué momento se jodió Mario Vargas Llosa? Era la primera pregunta anotada en el borrador de una entrevista que nunca llegaría a producirse en Logroño, adonde viajó un par de semanas después para participar en las Jornadas el Futuro en Español. De protagonizar prácticamente desde la nada el boom latinoamericano a recibir honores de nobel, de su precoz comienzo como reportero a convertirse en figurón de la prensa rosa, de compadrear con Gabo a romper su amistad a puñetazos, de ser un referente intelectual a albergar ambiciones políticas, de soñar con la revolución y la justicia social a erigirse en altavoz del liberalismo más conservador... ese pronunciadísimo arco de personaje, su transformación personal e ideológica, la evolución de alguien que comienza en un punto y termina en las antípodas, redujo a marido de la Preysler al brillante 'escribidor' y lo convirtió en otro vocero de la polarización política ante una opinión pública más dada a polémicas mediáticas que a leer libros.
Sin embargo, nada de eso debería hacer olvidar el hecho de que se trata de uno de los escritores de mayor reputación de las últimas décadas y uno de los intelectuales iberoamericanos más influyentes tanto en América Latina como en España. Fue autor de novelas de cabecera –sobre todo en su juventud– como 'La ciudad y los perros' (1962), 'La casa verde' (1965), la mencionada 'Conversación en La Catedral' (1969), 'Pantaleón y las visitadoras' (1973), 'La tía Julia y el escribidor' (1977) o 'La guerra del fin del mundo' (1981), todas ellas dignas de relectura. Y, aunque su pluma tardó años en volver a dar lo mejor de sí con la ya muy posterior 'La fiesta del Chivo' (2000), siempre mantuvo el tono a través de piezas teatrales, estudios y ensayos, así como con una incesante producción periodística crítica con la actualidad y valedora de la libertad de expresión. Siempre fue fiel a la que consideraba «la primera e ineludible obligación de un contador de historias: contar historias».
En aquella ocasión en Logroño, habló de sus orígenes como escritor, de su afición infantil a la literatura de aventuras, del miedo que le inspiraba su padre y de la vocación literaria que nació para hacerle frente, sus primeros escritos pornográficos para sus compañeros del Colegio Militar Leoncio Prado y su admiración posterior por Sartre y por Flaubert. Tampoco esquivó la cuestión ideológica, empezando por el comunismo juvenil para terminar en el centro-derecha que le llevó a ser aspirante –frustrado por el nefasto Fujimori– a la presidencia de Perú en 1990.
Que cuándo se jodió todo aquello. 'Tiempos recios', otra muy recomendable lectura, ofrece algunas respuestas también para estos tiempos de desinformación e intoxicación. La historia que narra está ambientada en la Guatemala de los años cincuenta, tiempos de Guerra Fría e imperialismo yanqui. Cuenta la intrahistoria del golpe de estado militar perpetrado en 1954 por Carlos Castillo Armas y auspiciado por Estados Unidos a través de la CIA para derrocar el gobierno democrático de Jacobo Árbenz por intereses económicos de la compañía United Fruit Company. «Detrás de este acto violento –contó el escritor– se encuentra una mentira que pasó por verdad y que cambió el devenir de América Latina: la acusación por parte del gobierno de Eisenhower de que Árbenz alentaba la entrada del comunismo soviético en el continente». Al final todo se reducía a una mentira para vender más bananos. Todo se reducía –como sigue ocurriendo en nuestros días– a que hay quien pretende controlar la política y la economía manipulando la historia. Él lo sabía.
Que cuándo se jodió Mario Vargas Llosa. Posiblemente él habría contestado: «Marito Vargas Llosa no se jodió, amigo, solo se hizo viejo».
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