«El valle del Ebro está perdiendo biodiversidad»
César María Aguilar Gómez | Biólogo y escritor ·
El riojano César María Aguilar relata en 'Biólogo en salsa verde' su experiencia como voluntario en los Andes TropicalesSecciones
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César María Aguilar Gómez | Biólogo y escritor ·
El riojano César María Aguilar relata en 'Biólogo en salsa verde' su experiencia como voluntario en los Andes TropicalesB.B.
logroño.
Miércoles, 4 de noviembre 2020, 07:55
Historia natural, peripecias vitales, un poco de arqueología y mucho entusiasmo conforman la savia que recorre las páginas de 'Biólogo en salsa verde', un libro ... en el que el logroñés César María Aguilar narra su experiencia en los Andes Tropicales, una de las zonas con mayor diversidad y endemismos del mundo.
–¿Qué se le perdió a un biólogo de la ribera del Ebro en el Amazonas peruano?
–Contaba con un tiempo para viajar y hacer voluntariado y la verdad es que podía haber acabado en cualquier lugar del mundo, pero los bosques nublados del norte del Perú me parecieron un lugar fascinante, con selvas llenas de endemismos de flora y fauna y la ocasión para estudiar algunos de los primates más amenazados del mundo como el mono tocón o el choro de cola amarilla.
–¿Y qué encontró que no esperaba?
–Restos arqueológicos devorados por la selva. Los bosques a dos mil metros de altitud que recorríamos habían tenido una civilización anterior a los incas de la que no sabía nada, los chachapoyas, los hombres de la niebla como se hacían llamar. Encontrábamos enterramientos, restos de cerámicas, bases de edificaciones... y todo bajo la exuberante vegetación tropical.
–El libro, además de narrar su peripecia vital, supongo que tiene algo de reivindicativo en estos tiempos de calentamiento global. ¿Está el Amazonas tan amenazado como parece? ¿El trabajo de tantos voluntarios que allí están servirá para algo?
–Amazonas y San Martín, los dos departamentos que recorrí, tienen unas tasas muy altas de deforestación. Aún es mucho lo que queda allí, pero la presión por los recursos en esos bosques es muy fuerte, cada vez somos más en el planeta y el consumo está globalizado. Las maderas de mayor valor se extraen por la demanda de mercados internacionales, los minerales igual, el aceite de palma, el tráfico de fauna... Nuestras sociedades occidentales consumen recursos de todo el mundo y eso genera una presión sobre ecosistemas que, a veces, están muy lejos y que no vemos. Las asociaciones que allí conocí no cambiarán solas esas dinámicas globales, pero su trabajo está logrando reducir la deforestación y que muchos pobladores logren usar el bosque sin destruirlo a través de la conservación comunitaria y voluntaria.
–Además de la fauna silvestre, su libro está lleno de historias de una 'fauna' humana no menos peculiar con la que convivió.
–Las historias las crean las personas de modo que el libro habría quedado cojo de haberme ceñido solo hablar de bosques y fauna. Pero además es que di con gente e historias bien curiosas que quería incluir en el relato: activistas y trotamundos viviendo lejos de sus países, agricultores comprometidos con la conservación o gentes imbuidas en el surrealismo mágico. A todo ellos les debo mucho en este libro.
–Usted trabaja para el Gobierno de La Rioja en seguimientos de fauna silvestre y planificación de espacios naturales protegidos. Después de conocer las dificultades para conservar los endemismos del Amazonas peruano, y salvando las distancias, ¿cómo diría que se encuentran los espacios naturales riojanos?
–En los bosques tropicales la deforestación y el avance de la frontera agrícola es lo que más condiciona la conservación. Sin embargo, en La Rioja los bosques se regeneran desde hace décadas en la Sierra tras bajar la presión humana que históricamente tuvieron. Aquí, la mayor pérdida de biodiversidad ocurre en el ámbito agrícola, nuestros paisajes del valle tienen cada vez más infraestructuras y se intensifican por la reducción de linderos, barbechos y riberas arboladas y un uso creciente de fitosanitarios y nitratos que acaba afectando a toda la biodiversidad, en especial a las aguas. Lo natural ligado al valle tiene cada vez más problemas de conservación y a la gente esta pérdida cercana le resulta más difícil de percibir que la deforestación tropical.
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