Urdiales se deja el alma en el toreo a la verónica

El de Santa Coloma se vino a menos. No fue una gran máquina de embestir, pero tomaba los vuelos, con la cara alta, eso sí, y Urdiales estructuró la faena como pudo. Entre las dos rayas ocurrió todo, porque el vendaval que se hizo presente en aquel momento zarandeaba la pañosa como una bandera. Por el pitón zurdo vinieron momentos de gran comunión, en ese toreo natural que Urdiales borda. No tenía fuerza el toro pero por el derecho también tiró de él, en la media distancia y llevándolo muy tapado. Todavía seguíamos recomponiéndonos de la primera parte. La espada le privó del premio.

Muy mirón fue el quinto, su segundo, que salía con la cara alta de cada muletazo, desluciendo el trazo que le exigía Urdiales. Se revolvía pronto, protestando, y en uno de esos momentos de querer dominar, el animal se quedó cortó y fue a por él. Lanzó un feo derrote que por suerte no le alcanzó. Optó por abreviar.

Una oreja le cortó Morante a su primero tras una faena intermitente a un toro que no fue fácil. Muy torero fue el prólogo, variado y añejo. Todo lo tuvo que hacer por el derecho. En apuros le puso el de Santa Coloma en la segunda tanda cuando le apretó hacia los adentros. El toro desarrolló rápido y sabía donde había presa. Morante lo siguió intentando, resolviendo la complicada embestida, de uno en uno, dándole distancia y colocándose. Con solvencia metió la espada y paseó una oreja. Sin definirse llegó el cuarto toro a la muleta de Morante, y con la montera calada, curioso, trató de descifrar una encrucijada de embestidas, tocando varias teclas y en varios terrenos. Muy inciertas fueron todas ellas, y en esa búsqueda, no encontró opciones y mató a la segunda.

Muy hilado llevó Tomás Campos a su primero por el pitón derecho. Se dobló con él en el inicio de faena para sacarlos a los medios. Embestía sin recorrido, y por el izquierdo se colaba a veces. Estuvo firme Campos, sobre todo con la diestra, que lo llevó tratando de dejarle la muleta en la cara. Muy templados y con profundidad fueron los muletazos con los que lidió al que cerraba plaza. Por ambos pitones hubo pasajes extraordinarios, desmayados muchos naturales. Tomás es uno de esos toreros que necesita urgentemente de oportunidades, porque hay un gran torero dentro que merece expresarse. Se le fue baja la espada y saludó una ovación. La tarde tuvo matices, pero el toreo de Urdiales con el capote eclipsó todo.