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Isabel Virumbrales
Miércoles, 26 de abril 2023
La tarde era una pintura, cumplía con el tópico de sol, calor y moscas y en el cartel tres toreros abanderados del clasicismo. Morante de la Puebla hizo historia cortando, cincuenta y dos años después, los máximos trofeos a un gran toro de Domingo Hernández ... que fue premiado con la vuelta al ruedo.
Diego Urdiales realizó su segundo paseíllo en La Maestranza de Sevilla y bregó con el lote de menos opciones. Tras ser testigo de la faena histórica de Morante de la Puebla y de haberse medido con él, a la verónica en el tercio de quites, Urdiales cuajó al quinto con la muleta en la mano derecha. Metió los riñones, pegó la barbilla al pecho y tapó los ásperos finales del de Hernández. Dejó tiempos entre las tandas. Lo intentó al natural y robó alguno del burel que no llegó a romper. Firmó un trasteo final lleno de torería. Hizo la cruz y dejó la espada en todo lo alto. El público pidió el trofeo y, finalmente, premió al riojano con una ovación que recibió en el tercio.
El primero de su lote fue un manso que desarrolló peligro. Se defendió en el capote e hizo por irse en la faena de muleta. Urdiales compuso la figura y se encajó a la verónica. Con la pañosa se dobló por abajo para intentar fijar a un ejemplar suelto que nunca se entregó. Diego le robó un puñado de derechazos en los que, a medida que avanzaba la serie, bajó la mano. La firmeza y el compromiso fueron su principal baza.
Toros de Domingo Hernández El primero con calidad por el pitón derecho. El segundo manso pitado en el arraste. El tercero con calidad pero justo de fuerza. El cuarto con codicia, calidad y fijeza. Fue premiado con la vuelta al ruedo el quinto.
Morante de la Puebla De purísima y azabache, saludos desde el tercio y dos orejas y rabo.
Diego Urdiales De sangre de toro y oro, silencio tras aviso y ovación con saludos desde el tercio tras petición.
Juan Ortega De rosa palo y oro, saludos desde el tercio y ovación.
Morante de la Puebla bordó el toreo en el cuarto de la tarde. Recibió con dos faroles, se estiró a la verónica y compuso una oda al toreo de capa. Quitó por tafalleras rematadas con una larga cordobesa y, tras la réplica de Urdiales, lo hizo por gaoneras. Comenzó la faena ayudándose por alto y recetó series cortas a un ejemplar que fue su cómplice. Templó al natural. Ligó con la derecha y se hizo justicia: cortó dos y rabo tras una gran estocada.
La despaciosidad del toreo de Juan Ortega, en el tercero, hizo que solo se escuchase el ruido de los abanicos que no paraban de moverse en los tendidos. Paró el tiempo por verónicas.
Protagonizó un tercio de quites maravilloso con Morante. Buscó la largura del trazo del muletazo con la mano derecha en su lote. Marró con la tizona y se fue de vacío.
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