Urdiales acaricia el cielo de Medina del Campo

Por el azul y oro optó el diestro riojano para debutar en la plaza vallisoletana de Medina del Campo. Desmonterado hizo el paseíllo Urdiales como muestra de pisar nuevo territorio, el cual luego trató de hacerlo suyo con su toreo. A su primero, del hierro ... de Núñez de Tarifa, lo recibió bonito a la verónica, dándole tiempo y enseñándole los vuelos para recogerlo con suavidad, a la vez que le dosificaba la exigencia porque el toro carecía de poder y fuerza. Esa demoledora condición, que destroza el toreo y que es fundamental para lograr que fluya la emoción, fue la tónica de lo que vino también después, aunque multiplicado por dos a medida que corría el tiempo. En cuanto le quiso Diego exigir con la muleta, dobló y se desplomó por los ruedos el animal; pero luego, base de técnica, y principalmente por la mano izquierda, Urdiales pudo trazar algunos muletazos que tuvieron enjundia. Arrancó la música pero rápidamente Urdiales le mandó al director ponerla en pause, acertadamente, porque hay faenas como la que estaba construyendo que requerían los cinco sentidos puesto en el mismo objetivo. Pese a que a la faena le faltó cristalizar, Diego estuvo siempre por encima de su oponente, que fue lo que impulsó al público a pedir una oreja que le fue concedida tras enterrar el acero hasta la bola.