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Julián Alía
Madrid
Viernes, 1 de noviembre 2019, 00:19
La corrupción derivada del fútbol vuelve este domingo a #0 con el estreno de la segunda temporada de 'Todo por el juego', la serie dirigida por Daniel Calparsoro que adapta la novela 'El fútbol no es así', de Javier Tebas y Pedro Torrens. En estas ... nuevas entregas, Mariano Hidalgo, interpretado por Roberto Enríquez (Fabero, León, 51 años), es el presidente del Leonés, el club sobre el que gira la trama, al que ha logrado colocar en Primera División. Sin embargo, la mafia rusa, mezclada con los negocios inmobiliarios, le han llevado a la ruina.
-Parece una temporada más frenética. ¿Lo ha disfrutado como actor?
-Creo que para que haya chicha, para que haya conflicto, tiene que haber circunstancias muy adversas. A mí de las cosas que más me gustan es que mi personaje, Mariano Hidalgo, en la primera temporada era un señor que tenía muy buenas intenciones, y que creía tener un código ético no exento de intereses, porque tener una inmobiliaria y ser presidente de un club tiene buenas prebendas. Se da cuenta de que no era quien creía ser, y que en un momento dado se convierte en el tipo al que había sacado por corrupto. Y ahora se ha quitado la careta. Lo que supuso un proceso de digestión de asumir quién es cada uno ya está hecho.
-Decía Calparsoro que era una temporada más irónica, con más humor. ¿Por qué?
-Es una temporada más irónica porque los personajes, al menos el mío, ya no tienen a ese otro que se le pone en el espejo frente a él y le pregunta qué está haciendo, que se está convirtiendo en un miserable. Lo ha asumido y pelea con todas sus armas para sobrevivir. El personaje está hasta arriba, y o sale de ahí o se hunde. La ética se ha apartado. Como actor, es una maravilla que tenga tantas grietas.
-¿Se ha inspirado en algún personaje real para interpretar el papel?
-No, la verdad es que no (risas). Lo que conocemos de la vida pública de este tipo de personajes es algo que a los actores no nos sirve, porque precisamente lo que estamos viendo en la pantalla es esa otra parte, las bambalinas, aunque también tenemos muchos actos públicos en los que desarrollan la cara que estamos más acostumbrados a ver. Pero vamos, era fácil hacer un ejercicio de imaginación, y sobre todo con las cosas que saltaban en la prensa mientras estábamos rodando. Teníamos miedo de que la realidad nos pisase el guión. Lo decíamos de broma, porque estamos encantados de hacer una ficción que tenga tanta conexión con la realidad. Nadie verdaderamente cuenta: 'Oye, ¿tú cuando te lo llevabas muerto.?' No, eso no pasa.
-Esta serie estrena un capítulo a la semana. ¿Lo prefiere así o todo de golpe?
-Como espectador, me gusta más pegarme atracones que esperar la dosis durante la semana. Al final, te pones cuando tienes tiempo y te ves dos o tres, y al cabo de unos días te ves el resto.
-¿Cómo ha percibido la llegada de las plataformas y el crecimiento de la televisión?
-La televisión antes era un subproducto más familiar y ahora ha cogido envergadura, que hace que esté habiendo un desembarco de grandísimos directores y actores. Esa línea que separaba las dos cosas se ha diluido, y la televisión ha cogido otra dimensión. Me parece que los españoles teníamos esa especie de complejo, que siempre pensamos que lo de fuera es mucho mejor. Todo lo contrario al chovinismo. Ahora nos están diciendo que está muy bien. Yo creo que desde hacía tempo llevábamos haciendo una ficción muy interesante, aunque es ahora cuando ha cogido una musculatura importante.
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