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Siempre es buen momento para recuperar producciones pasadas u olvidadas. Muchas cadenas ofertan sus carteras televisivas a horas intempestivas, bien entrada la madrugada o incluso sin haber despuntado el alba. Supongo que será por si suena la flauta y se engancha algún despistado. Porque hay ... apuestas que en su día pasaron desapercibidas y que hoy la parrilla brinda la ocasión de seguirlas. Aunque sea de forma incompleta.
Es el caso de una serie que concluyó oficialmente el año pasado tras siete temporadas y que, como muchas otras, empezó emitiendo Antena 3 allá por el año de su estreno aunque luego desterró al ostracismo (para dejársela a AXN). Se trata de 'Érase una vez...', la producción estadounidense; no confundir con la miniserie española 'Cuéntame un cuento', que 'traducía' al lenguaje adulto algunas de las narraciones infantiles de toda la vida y las vestía de perversa malicia.
Pues bien, La Sexta está recuperando en las mañanas (bien tempranito, sobre las ocho) de los fines de semana la emisión de la producción americana, que reconcilia al espectador con su niño interior. Aunque, al mismo tiempo, le desconcierta. La premisa es sencilla, al menos de inicio, porque luego la cosa se retuerce cosa fina: Henry Mills es un niño normal y corriente que vive en la localidad normal y corriente de Storybrooke. Pero todo deja de ser normal y corriente cuando descubre que es un niño adoptado y que su madre biológica es Emma Swan, la hija de Blancanieves y el Príncipe Azul que ha aterrizado en el Bosque Encantado por un maleficio de la Reina Malvada, su madre adoptiva. Y ese es sólo el principio. Tal cual.
A partir de ahí, los enredos de los personajes de los cuentos (con el reconocible toque Disney, que para algo la productora de la serie, ABC, es propiedad de Mickey Mouse) se amalgaman en un relato de fantasía y realidad, en ocasiones alambicado, pero repleto de ese deje nostálgico que traen las princesas, los dragones, los hechizos y las brujas; en definitiva, los cuentos de antes. Aunque sólo sea por eso, vale la pena madrugar un poco el fin de semana.
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