Madre, trabajadora y campeona
Riojanas extraordinarias ·
«Un trozo es de mi familia, otra parte de mis compañeros de entrenamiento, otra de Óscar..., cada medalla ganada es de muchos»Secciones
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«Un trozo es de mi familia, otra parte de mis compañeros de entrenamiento, otra de Óscar..., cada medalla ganada es de muchos»Marcelina -Maru- Hernáiz (Cenicero, 1956) dibuja una sonrisa perenne en su rostro, pese a que cada día madruga más que el sol para entrenar antes de comenzar su jornada laboral.
Y es que esta fondista veterana -que durante los últimos años ha acumulado títulos nacionales ... e internacionales y ha liderado la tabla mundial de los 10.000 metros en las dos últimas temporadas- lleva su casa (es madre y esposa) pero, además, desarrolla su jornada laboral en la oficina de la empresa familiar.
Maru está acostumbrada a superar obstáculos. Cuando comenzó a correr (primero a las órdenes de José Luis Álvarez y después bajo la dirección de Óscar Calvé), no era frecuente ver a una mujer hacerlo: «Era tan extraño ver a una mujer con mallas correr a las seis de la mañana, que era la hora a la que salía con Óscar Calvé, que venía a buscarme a la puerta de mi casa», señala Maru, y, aunque sus padres siempre fueron abiertos de mente, «también había que explicarles muy bien dónde iba y con quién.... porque eran otros tiempos», reconoce.
«Lo que pasa -continúa- es que mis padres confiaban tanto en José Luis Álvarez como en Óscar Calvé, y luego también jugaba a mi favor que mis hermanos mayores siempre iban a verme correr si era por aquí cerca, por el norte de España».
Cuando se casó con José Antonio Aguado abandonó el atletismo -ya había conseguido títulos nacionales y vestido la camiseta nacional- para dedicarse a su casa, su marido y sus tres hijas. Cuando la pequeña comenzó a ser ya independiente, casi por casualidad (como había comenzado a practicar el atletismo en el colegio, de niña) volvió a correr: «Al principio, me ahogaba, no podía dar tres zancadas seguidas... había pasado mucho tiempo, pero unos día iba al gimnasio, otros trataba de correr un poco...».
Pero llegó un día en el que Óscar Calvé le invitó a conocer a otra ilustre veterana, Julia Gadea, y ésta le transmitió su entusiasmo por el atletismo. La mecha volvió a prender en Maru y, pocos días después, estaba haciendo la etapa del Camino de Santiago entre Logroño y Nájera con el Maratón Rioja.
A partir de ahí, su vida cambió. Volvió a los entrenamientos y con ellos, los madrugones, aunque afirma: «A mí no me cuesta levantarme a las 6 de la mañana por la ilusión que tengo». Sabe que también hay sacrificios: «Cuento con el apoyo de la familia, el hecho de que Toño -José Antonio Aguado, su marido- haya sido atleta hace que me entienda perfectamente. A veces, tengo que dejar todo preparado porque, si tengo que ir al balneario o hacer algún test, ni siquiera vuelvo a comer a casa. Pero siempre he encontrado el apoyo total de mi familia». Por eso, Maru asegura que cuando gana una medalla «sólo una pequeña parte es mía. Un trozo es de mi familia, otra parte de mis compañeros de entrenamiento, otra de Óscar..., cada medalla ganada es de muchos».
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