'Naked Attraction'
Crítica de televisión ·
Es simple, tonto y burdo, pero de ahí a pedir su retirada por «perverso» y «prácticamente pornográfico», como ha hecho el ultraconservador Instituto de Política Social, va un trechoSecciones
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Crítica de televisión ·
Es simple, tonto y burdo, pero de ahí a pedir su retirada por «perverso» y «prácticamente pornográfico», como ha hecho el ultraconservador Instituto de Política Social, va un trechoDecían que las plataformas lo iban a cambiar todo, que la bendita telebasura -no comparto el término- iba a desaparecer, que la publicidad tocaba a su fin... Y todo se ha ido al garete en los últimos años. Subidas de precios, anuncios, mermas en la ... calidad de la imagen y el sonido de los servicios y una oferta que cada vez da más espacio a 'realities' antes gratuitos -'OT', 'Pekín Express'...-.
La última propuesta en este sentido es 'Naked Attraction', uno de los programas con los que la nueva Max ha decidido presentarse al mundo. Presentado por Marta Flich, el formato procede de Channel 4, una de las cadenas públicas de Reino Unido, donde lleva un porrón de temporadas. El programa es una suerte de 'First Dates' centrado únicamente en el físico.
En cada episodio, seis personas compiten por un hombre y otras seis por una mujer. Lo de competir es un decir porque los candidatos permanecen callados casi hasta el final y únicamente muestran sus atributos, primero hasta la cintura, después hasta los hombros y, finalmente, las caras. Mientras tanto, Flich va preguntando al o la protagonista cómo le gustan las vaginas o cuál es su mayor fantasía y ofrece pildoritas de información sobre sexualidad, al tiempo que el muchacho o la muchacha comenta la jugada -«es un pene precioso y apetecible»-, con insertos de primeros planos, y va eliminando candidatos hasta quedarse con uno.
Es simple, tonto, burdo y hasta aséptico -la sensualidad brilla por su ausencia-, además de apostar por una cosificación que ya parecía cosa del pasado, si bien acierta al presentar todo tipo de cuerpos. Pero de ahí a pedir su retirada por «perverso» y «prácticamente pornográfico», como ha hecho el ultraconservador Instituto de Política Social, va un trecho. Parafraseando a Rigoberta, no sé por qué dan tanto miedo los genitales.
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