Mucho se ha hablado esta semana acerca del terrible incidente que ha acabado con la vida de Álvaro Prieto, el joven de 18 años que murió electrocutado al tocar la catenaria del tren. La triste historia ha sorprendido a la opinión pública, incapaz de entender ... qué llevó al chaval a subirse a lo alto del vagón, pero también ha resultado muy sorprendente la forma en la que se ha encontrado el cuerpo.
Fueron un cámara y un reportero de 'Mañaneros', el programa que Jaime Cantizano presenta en La 1, quienes vieron unas zapatillas blancas en el hueco entre los dos vagones y lo mostraron durante una conexión en directo, provocando la indignación de buena parte de los espectadores y el estupor de un Cantizano desencajado que, minutos después, pedía disculpas «de corazón»: «Fruto de la rapidez y de lo que se estaba narrando, hemos ofrecido en directo unas imágenes que nunca deberían haberse emitido».
Sí y no. El hallazgo no se produjo en directo, sino que alguien decidió conectar en directo después de que el equipo desplazado hasta allí notificase lo que habían encontrado. Fue Miriam Moreno quien dio paso al reportero advirtiendo de que había una «dramática última hora» sobre el caso, mientras rotulaban 'exclusiva' sobre la pantalla. Le he dado muchas vueltas al tema. Entiendo los nervios y las prisas. Tras cuatro días buscando a Álvaro, su hallazgo era noticia y la imagen, pese a su significado, no era cruel ni explícita. Y, sin embargo, soy de los que piensan que no debería haberse ofrecido. Primero, porque es un accidente, no es el resultado de un acción violenta o de una guerra, así que no conduce a nada mostrar los restos; segundo, y esto es lo más importante, porque, en la medida de lo posible, unos padres jamás deberían enterarse así de la muerte de su hijo.
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