Turuñuelo: Los secretos del mundo tartesio

El Turuñuelo ya era un nombre propio en la arqueología en 2014, cuando tuvieron lugar las primeras catas ante la aparición de un túmulo (montículo artificial de tierra) que hacía sospechar que podría haber algo valioso debajo. En cambio, fue el pasado 18 de abril cuando este yacimiento saltó a los titulares de toda España con el hallazgo de varios bustos. La cultura tartesa, reflejada en los escritos de los griegos clásicos, podría ser una leyenda, pero ahora se ha revelado como una civilización real con más de 2.500 años que además reflejaba rostros humanos como manifestación artística, lo cual ha sido la gran novedad descubierta este mes de abril.

Quienes están reescribiendo la protohistoria de la península ibérica lo hacen pacientemente en este yacimiento de aproximadamente una hectárea ubicado en el término municipal de Guareña, en la provincia de Badajoz, donde arqueólogos y peones desentierran poco a poco una vivienda de dos plantas que aún es pronto para saber si fue un templo, un palacio o algo más, aún hay muchas hipótesis abiertas teniendo en cuenta que solo se ha llegado al 30 por ciento de los trabajos.

«Por los espacios que vamos observando y sus dimensiones lo que sí podemos afirmar que perteneció a alguien con poder político en la zona», afirma Esther Rodríguez, directora de la excavación. Esta arqueóloga de Villanueva de la Serena te lleva ahora de la mano por los nueve hitos principales de unas estancias cuyos secretos han ido desentrañando ella y su equipo.

Con 70 metros cuadrados es la estancia de mayores dimensiones hasta ahora. La denominan así, con una unidad estratigráfica, por una cuestión metodológica, pero por lo que parece un altar o emblema en forma de piel de toro en el centro de la estancia también podría terminar siendo llamada 'habitación de los dioses'.

Es producto del primer sondeo, realizado en la primavera de 2014, cuando dieron con una vajilla de platos y un brasero de bronce que dio las primeras pautas para seguir excavando al año siguiente.

Este espacio apareció un año después y distribuye a las personas hacia otras estancias, ya que de él parten tres vanos de puerta más: uno que está por excavar, otro la conocida como estancia del banquete y un tercero hacia el patio a través de unas escaleras. En su interior se descubrieron fragmentos de lino y las pesas de un telar. Es interesante el lucido de sus paredes.

El carbono 14 también confirmó que los huesos y semillas son de la época tartesia. El mortero de tierra de las paredes ha sido restaurado y se le han colocado tirantas para evitar que los pequeños insectos haciendo sus nidos lo deterioren.

La llaman así porque aparecieron los restos de un individuo al que bautizaron como Desiderio porque fue inhumado en San Desiderio. Tenía cerca un pico y dos puntas de lanza y es curioso porque a cinco kilómetros hubo una necrópolis que sería su lugar natural de enterramiento. No se descarta que aparezcan más restos de seres humanos.

Enfrente, hacia el sur, estaría la 'Estancia del banquete'. El estudio de su arquitectura indica que podría haber sido un lugar donde se prepararon los alimentos del banquete ritual celebrado durante la clausura del edificio. Esta idea viene refutada por la presencia de un altar y un hogar en la estancia, así como por la existencia de cerámica de cocina y utensilios, caso del caldero de bronce, la parrilla y los cuchillos de hierro afalcatados.

Once peldaños para salvar un desnivel de 298 centímetros. Esta escalera que apareció en 2017 reveló que la casa tenía más de una planta y por tanto disparó la proyección del yacimiento a los medios de comunicación generalistas.

Se considera una escalera monumental que también habría servido para dirigirse a otras personas desde un punto más elevado.

Tiene 125 metros cuadrados y se terminó de excavar en 2018. Allí aparcieron restos de nueve vacas, cuatro cerdos, un perro y 42 caballos. En algunos casos sus huesos estaban dispersos y en otros se apreciaba el esqueleto entero. Se bautizó el hallazgo como la hecatombe y fue otro punto de inflexión desde el punto de vista mediático para el Turuñuelo. Aquí entra en juego la arqueozoología. Tras una restauración minuciosa en Valencia muchos de estos huesos están siendo estudiados en la Facultad de Veterinaria de Cáceres para obtener más información. Han sido objeto de muchas tesis.

Así mismo, entre los materiales arqueológicos recuperados en este espacio destacan un sistema ponderal de siete pesas de bronce, tres ungüentarios de pasta vítrea, los pies de una escultura de mármol de origen griego y cuatro cuencos de vidrio procedentes del norte de Grecia.

Tiene unas dimensiones generosas, con una anchura de 170 centímetros y en su interior se encontraron ánforas con una altura de entre 80 centímetros y un metro.

Esos recipientes están rotos y por eso también se han hallado semillas dispersas que luego analizan los especialistas para obtener más información sobre los moradores de esta vivienda y sus hábitos.

Se trata de otra gran estancia rectangular que ha ido saliendo a la luz entre 2021 y este 2023.

Han aparecido en este pasillo unas escaleras de adobe y marfiles de la región de Etruria (al norte de Roma) que acaban de ser restaurados y que se encuentran actualmente expuestos en Alcalá de Henares. Pero el hallazgo más reciente y relevante han sido los bustos que demuestran que los tartesos representaban figuras humanas.

En una de las esquinas de la zona excavada, al norte, apareció una pileta o baño durante la campaña de 2022. Es de adobe y junto a ella los arqueólogos también han sacado un brasero y un caldero de bronce. Está junto a una zona considerada 'social'.

Cada campaña de excavación suele durar de dos a cuatro meses y nunca tienen lugar en verano para evitar el calor y los mosquitos en esta zona de regadío. El resto del año la tarea consiste en limpiar, clasificar, estudiar, investigar y restaurar piezas para ir atando cabos sobre lo que va a apareciendo.

Es donde se está excavando en la actualidad. Por lo que parecen unos asientos o gradas adosadas a la pared parece la zona más social, quizás destina a esperar.

Apareció a primeros de marzo y hasta este viernes pasado (fin de la campaña actual, que empezó el 15 de febrero) han estado trabajando arqueólogos llegados de distintas universidades de España, así como peones albañiles que colaboran en la tarea.

En total ha habido 14 personas trabajando gracias a una campaña financiada con fondos europeos Feder. Otros años se ha llegado a 25 y la rutina suele ser comenzar a las ocho y media de la mañana, parar sobre las once a tomar un almuerzo y continuar a las dos y media antes de comer todos juntos en Guareña. Muchas tardes los trabajos continúan en Mérida, en el Instituto de Arqueología de Mérida (IAM).

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