Toxicidad ambiental

El título del largometraje tiene sentido metafórico y retranca sarcástica para enmarcar el hastío de la familia Babri cuando su confort en plena naturaleza se destroza con la instalación de un basurero de residuos que incumple con la legalidad.

Las primeras imágenes de la película nos muestran Beirut en un futuro cercano. La ciudad está sucia por la acumulación basura. La reacción de los ciudadanos es mostrar su inconformidad organizando manifestaciones contra la incapacidad de la administración para aplicar soluciones.

Este contexto epidémico de crisis política afecta a Walid y a su prole porque ve como los terrenos adyacentes a su casa son expropiados por el ayuntamiento para instalar un vertedero moderno conforme al modelo sanitario desarrollado por los países occidentales. Sin embargo todo es una fachada para encubrir una canallesca descomposición.

El daño ecológico (explosiones en laderas, talas) activa el fuero disconforme de Walid, que tiene a su hija pequeña como ayuda y beligerante activista, pero le enfrenta a su mujer, que no le gusta vivir lejos de la urbe, y a su hija mayor en una edad hormonal agitada. Un conflicto medioambiental converge en tensión matrimonial. Las aristas asoman y el choque se agiganta en un drama árido, donde hay que poner en valor preferencias.