El Zapato de Oro, un trofeo que no premia (o sí) al triunfador

A nivel numérico, el novillero riojano es, y sin opción a rebatir, el claro triunfador. ¿Y por qué no resultó Fabio Jiménez el ganador? Surge la pregunta. Según reflejan las bases del certamen, y que son por las que debe regirse el jurado designado para la concesión de los trofeos, el 'Zapato de Oro' Ciudad de Arnedo es para el autor de «la faena más artística de la feria», no al que más trofeos haya cortado, por lo que su ganador no tiene por qué coincidir con el triunfador, que habitualmente suele ser el espada que más orejas corta en el ciclo, que en esta ocasión fue Fabio.

Según ha podido saber Diario LA RIOJA, el jurado estuvo compuesto por quince miembros, entre los que se encontraban dos representantes del Ayuntamiento, tres por parte de las peñas, tres del club taurino, otros dos miembros en representantes de los medios de comunicación locales y regionales, una persona parte de la Federación Taurina Riojana, otra en representación del Consejo Sectorial Taurino y tres aficionados. Todos ellos emitieron su voto a sobre cerrado y sin deliberación conjunta antes de la votación. Los quince votos fueron válidos, ninguno se emitió en blanco y se repartieron de la siguiente forma: nueve votos obtuvo Víctor Hernández, que se impuso a los cinco que consiguió Fabio Jiménez, y uno recibió Sergio Rodríguez. Tres nombres para un Zapato en una edición en la que ninguna faena terminó de redondearse, la mayoría a consecuencia de la pobre condición de las reses lidiadas.

Todas ellas tuvieron matices, cada una tuvo su personalidad y el sello propio de su autor, pero ninguna faena fue clara merecedora del trofeo, que debería haberse quedado desierto si no fuese porque las bases lo impiden. Pero al margen del resultado, ¿cuál es el toreo bueno? Ese es el que llega y atrapa. Y aquí, en el toreo, cada uno siente diferente. De siempre. Sirvan como ejemplo las disputas entre los partidarios de Belmonte y los de Joselito el Gallo, el fervor de a los que les apasiona Roca Rey y no Urdiales o Morante, o viceversa, los que han gozado viendo a Ponce y los que le reprochaban su manera de torear… Las orejas o premios nunca han sido un fiel reflejo de la verdad, porque la primera es por mayoría del público y la segunda a criterio del presidente. Su decisión. Única. La misma decisión personal que lleva a cada miembro de un jurado a emitir su voto. Por tanto, despojados los integrantes del jurado del único criterio objetivo en el toreo, en la deliberación del ganador ya solo entran en juego caracteres subjetivos, que son opiniones, sentimientos y emociones. Por ejemplo, el novillo Jaramero, de Adolfo Martín, ha sido premiado como el más bravo, en cambio, el presidente, por su criterio, premió a Manchonero, del mismo hierro, con la vuelta al ruedo.

Esta no es la primera vez que se cuestiona el nombre del ganador del Zapato de Oro. La última que vez ocurrió algo similar y se generó polémica por el fallo del jurado fue en el año 2014, cuando Roca Rey, que fue el único novillero en abrir la puerta grande del Arnedo Arena en aquella edición, no se alzó con el galardón. En aquella ocasión, el trofeo mayor se le entregó al extremeño Ginés Martín, que cortó una oreja frente a las dos que había conseguido el diestro peruano.