Lorenzo G. Acebedo | Autor de 'La taberna de Silos'
«Desde que tomé los hábitos fui perdiendo la fe en un proceso imparable»Secciones
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Lorenzo G. Acebedo | Autor de 'La taberna de Silos'
«Desde que tomé los hábitos fui perdiendo la fe en un proceso imparable»Ha sido la sorpresa editorial de la temporada. Un tipo con pseudónimo publica en una editorial grande (Tusquets) una novela policiaca ambientada en el siglo XIII, con un hedonista Gonzalo de Berceo como inopinado detective. Hay vino a raudales, barraganas a tutiplén, peleas salvajes, muchos ... pecados, poca fe y una sorda contienda por el poder entre los monasterios de San Millán de la Cogolla y Santo Domingo de Silos. Por si fuera poco, la breve nota biográfica del autor excitaba aún más la curiosidad: «Tras el nombre de Lorenzo G. Acebedo –dice la solapa– se oculta un escritor que abandonó en su juventud los estudios teológicos por el retiro monacal y, algún tiempo después, el retiro monacal por una mujer. En la actualidad reside en un pueblo de La Rioja». Mediante correo electrónico, el autor de 'La taberna de Silos' (llamémosle también Lorenzo) responde al cuestionario remitido por el periodista, que lamenta mucho no poder continuar la conversación. Lorenzo G. Acebedo no revela su verdadera identidad, pero sí da algunas interesantes claves de su biografía.
– ¿Por qué decide escribir con pseudónimo? ¿Cuánto hay de coquetería o incluso de truco editorial?
– En su momento barajé firmar con mi nombre real, pero mi pasado religioso y sobre todo mis diferencias con cierto abad hacían recomendable la decisión, que no tiene nada de coquetería.
– En la solapa dice que vive en un pueblo de La Rioja. ¿Pero nació en La Rioja o se ha afincado aquí posteriormente? ¿Cuál es su relación con La Rioja?
– Efectivamente, vivo libre de ambiciones y deudas en un pueblo apacible de La Rioja, donde puedo presumir de tener un huerto de mi mano plantado. Nací lejos de aquí, pero una novia que tuve me descubrió esta tierra, en la que decidí retirarme, precisamente, un día en que compartía una botella de vino con ella.
– ¿Le sorprende el éxito popular de 'La taberna de Silos'? ¿Es esta su primera novela?
– El éxito siempre sorprende porque no deja de ser un malentendido. Escribo desde que era adolescente, y nunca paré de hacerlo, ni siquiera sometido a la disciplina monacal, lo que me trajo no pocos disgustos. 'La taberna' es la primera obra que publico, pero en absoluto la primera que escribo. Antes hubo otras, que por el malentendido de mi éxito estoy valorando publicar. De momento, he acordado con mi editorial ir revisando y publicando los Berceos que tengo en el cajón.
– La sombra de 'El nombre de la rosa' planea inevitablemente sobre su novela. Algunas críticas han mencionado que la suya es una lectura paródica del libro de Eco. ¿Qué relación tiene su novela con 'El nombre de la Rosa'?
– Recuerdo que leí 'El nombre de la Rosa' con verdadera devoción, mucho después de que triunfara. El ejemplar me lo facilitó a escondidas una hermana carmelita. Ella también se retiró al siglo, algo antes que yo. Sería ingrato por mi parte hacer una lectura paródica del libro de Eco. Yo diría que se trata de una reacomodación de su idea, tan brillante, a nuestro contexto. Los escritores de la Edad Media no tenían el sentido exclusivo de propiedad intelectual de hoy. Las historias eran de todos, y cualquiera podía tomarlas, corregirlas o adaptarlas a su gusto.
– ¿Por qué Gonzalo de Berceo? A tenor de la obra literaria de Berceo, no resulta fácil imaginárselo viviendo una vida tan hedonista, concubina incluida.
– A mí me pasa lo contrario: lo leo y me parece un devoto incondicional de los placeres, aunque los llame pecados. Puede que tengamos una imagen un poco idealizada de lo que fue la Edad Media, como de lo que sucede en el interior de un monasterio.
– ¿Es la suya una novela de alguien que creyó y que lo que vio le volvió un descreído? Después de estudiar Teología y de haber sido monje, ¿cuál es su relación con la religión?
– Otros se cayeron del caballo, yo me caí del guindo. Desde que tomé los hábitos fui perdiendo la fe en un proceso imparable, al que contribuyeron abades y hermanos. Hubiera sido muy meritorio por mi parte haberla mantenido después de ver lo que vi.
– ¿Y con el vino? Hay un juego en su novela entre Rioja y Ribera que no sé si gustará mucho a los burgaleses...
– Pues no tienen por qué molestarse. La vida es muy corta, pero da tiempo a beber vino de muchos sitios. Y como diría Lope, el peregrino amigo de Berceo en 'La taberna de Silos', con cariño y sin avaricia se puede hacer buen vino en cualquier parte y con cualquier uva.
– ¿Por qué eligió la confrontación San Millán/Silos? En su vida de monje, ¿profesó en alguno de esos dos monasterios?
– Prefiero reservarme el monasterio en que profesé. Baste decir que la obra de Berceo justifica ese viaje, y lo poquito que sabemos de su vida lo sugiere, o al menos no lo impide. Dos monasterios son dos empresas del mismo ramo en competencia.
– Su obra ha recibido críticas elogiosas por la calidad de su escritura. ¿Volveremos a leerlo en el futuro?
– Como le decía antes, mi verdadera vocación es la escritura, que junto a la lectura he practicado toda mi vida, incluso en momentos en los que era difícil hacerlo, porque la vida monacal no es tan amiga de las letras como quizá alguno piense. Aunque no hubiera tenido ningún éxito, seguiría intentando escribir y publicar.
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