Enrique Arce, durante una firma ejemplares de 'La grandeza de las cosas sin nombre'. :: A. Quintero Acero

«Tocar fondo es una bendición disfrazada»

Enrique Arce | Actor y escritor ·

El actor valenciano de 'La casa de papel' debuta como novelista con 'La grandeza de las cosas sin nombre', que presenta hoy en el Aula de Cultura

Jonás Sainz

Logroño

Jueves, 29 de noviembre 2018, 00:36

«No soy un hombre, soy un campo de batalla». Una cita de Nietzsche abre 'La grandeza de las cosas sin nombre', el libro con que debuta como escritor el actor Enrique Arce. Hoy lo presenta en el Aula de Cultura de Diario LA ... RIOJA-UNIR (en el Centro Ibercaja-Portales, a las 20 h.). Internacionalmente reconocido por la serie de Netflix 'La casa de papel' y con una presencia emergente en Hollywood, a sus 46 años, Enrique Arce (Valencia, 1972) surfea en la cresta de la ola y aún se atreve a hacer una pirueta literaria con una historia iniciática que habla del amor y la muerte, el éxito y el fracaso, el dolor y el perdón, pero, sobre todo, de aquellas grandes cosas que ni siquiera pueden nombrarse encaminadas a la conquista de uno mismo. Y, sin embargo, hasta hace cinco años, Enrique era un verdadero e íntimo campo de batalla. Esta es la historia de un armisticio consigo mismo.

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-¿Cuáles son esas cosas a las que se refiere el título de la novela?

-Son esas cosas que te pasan y no las puedes ni explicar. A mí me ocurrió algo que me hizo ampliar la consciencia y cambió mi vida. La novela en principio iba a titularse 'El encanto de los vencidos', porque también habla de eso, de la bendición que es rendirse. Cuando te rindes, cuando te dejas ir, las cosas empiezan a colocarse en su sitio.

«Me partieron la cara en una pelea absurda de fútbol y a partir de ahí todo empezó a cambiar»

«He derrotado el fantasma de la adicción, los miedos, la ansiedad... Mi interior se refleja en lo exterior»

-¿Qué fue lo que ocurrió?

-Me pasó en Londres hace cinco años. Eran años muy malos de trabajo en España y había que irse. Llegué en una situación desesperada: poquito dinero, dormía en el sofá de un amigo, no conocía a nadie... Me estaba jugando el todo por el todo. Y un día [sonríe al recordarlo] una discusión absurda de fútbol terminó en pelea y me partieron la cara y, aunque todo se complicó mucho más, al mismo tiempo todo empezó a solucionarse.

-Extraña manera

-A veces la vida te para. Yo no podía ir a ningún cásting con un derrame ocular, y tuve que parar. Entonces empecé a hacer cosas que nunca había hecho: pasear, darme tiempo a mí mismo, escuchar el silencio, la naturaleza... Empecé a sentir esas cosas sin nombre que te hacen replanteártelo todo. Fue una época de catarsis.

-Parece la caída del caballo de San Pablo. He leído que incluso rogó a Dios. No sé si es usted religioso, pero lo que dice sí suena espiritual.

-Hasta entonces yo era tan espiritual como un zapato. Si las cosas me iban bien, todo era maravilloso y, si no, todo una mierda. Lo proyectaba todo en lo que sucedía fuera de mí, las cosas que sí son nombrables: dinero, éxito, relaciones, fracasos... Fue entonces cuando la vida me paró. Yo estaba sin fuerzas para seguir y recuerdo que entré en una iglesia. Recuerdo la sensación de abatimiento y dejarme caer en el banco de la iglesia como un fardo. Sí que fue como la caída del caballo, sí.

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-¿Y vio alguna luz?

-Pensé en Dios, en aquella iglesia. Pensé: 'No te he hecho mucho caso y ni siquiera creo demasiado en todo esto, pero, como ya no me queda nada más, si es verdad lo que me contaron de ti, échame un cable'. Y lo cierto es que desde aquel momento no he vuelto a esa situación de tocar fondo y las cosas se han ido colocando. Mi vida ya no tiene nada que ver: profesionalmente estoy en un momento que ni podía imaginar, mis relaciones están saneadas... Pero, sobre todo, yo soy otro.

-La complacencia nos hace seguir sin más. ¿Hay que bajar los brazos y tocar fondo para empezar de cero?

-Ese bajar los brazos tiene mucho de bendición disfrazada de mendigo al que terminas reconociendo entre la multitud. Tocar fondo es una bendición; en mi caso lo fue. En nuestra zona de confort no hay dolor, pero sin dolor no hay lección posible ni crecimiento. Y yo creo que hemos venido al mundo a crecer en todos los sentidos. A veces tiene que romperse algo para que te des cuenta.

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-¿Y ahora que pisa alfombras rojas se ha olvidado del fango?

-Las alfombras rojas son tan absolutamente falsas como el fango. El éxito y el fracaso son lo mismo. Yo ahora disfruto de un gran momento, es cierto, pero lo tomo como un juego en el que puedes parar a respirar.

-Si su vida parece una montaña rusa, ¿no siente vértigo estando en lo más alto? ¿No teme que sea el anticipo de una nueva caída?

-Es que ya no importa lo que pase fuera. Sé que esto es una racha, que puede ser larga si hago las cosas bien o no. No lo sé, pero no me importa. Me despierto todos los días con sentimiento de gratitud, pero he descubierto que eso no es lo importante.

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-¿Qué es lo importante?

-Lo que pasa dentro de mí, mis paseos, mis lecturas, el conocimiento que voy acumulando, lo que hago con otros, como colaborar con oenegés, algo que antes no hacía. Si esto viene acompañado de éxito y de dinero, no voy a a decir que no, pero no voy a cambiar; no voy a cambiar de casa ni de coche ni de novia...

-¿Esto es filosofía zen? ¿Se ha hecho budista o algo así?

-No sé, en mi caso no es un camino religioso, pero es un camino interior que deja en segundo plano todo lo demás.

-¿El éxito es más peligroso que el fracaso?

-El éxito que no se disfruta es el más doloroso de los fracasos. A mí me ha pasado y es un vacío terrorífico.

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-Acaba de rodar un papel en la sexta película de 'Terminator', producida por James Cameron, y está a punto para la tercera temporada de 'La casa de papel'. Eso es éxito.

-El éxito de 'La casa de papel' nos ha cambiado la vida a todos y para mí ha supuesto la tranquilidad. Y 'Terminator. Phoenix' ha sido estupendo. No he llegado a rodar con Arnold, pero me ha hecho mucha gracia; yo veía esas películas con trece años.

-¿Es ese el cine que quiere hacer?

-Es muy divertido, pero el tipo de cine que quiero hacer es más comprometido con lo que creo.

-¿'La grandeza de las cosas sin nombre' también será película?

-Ya me la han pedido. Estamos escribiendo el guión y quiero dirigirla y protagonizarla para cerrar el círculo.

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-Innegablemente usted ha luchado por lo que ha conseguido. ¿Es ese su mensaje: los sueños se cumplen si de verdad luchas por ellos?

-Es mentira: los sueños no se cumplen; solo cuando paras y dejas que el universo sueñe por ti.

-¿Qué aconseja entonces a quienes luchan todos los días y ni les sonríe la suerte ni se les aparece Dios ni ven cumplidos sus sueños?

-Que dejen de soñar, que dejen de querer y necesitar. No sueñes, es mentira; el universo sueña por ti. Hay que luchar, es fundamental, pero con las cartas que te toquen. Y sabiendo que lo de fuera no es lo importante: ni el trabajo ni el dinero ni las relaciones, incluso ni siquiera la familia, los hijos... Todo es secundario.

-¿Qué batalla es hoy Enrique Arce?

-[Silencio prolongado] Ninguna. He derrotado el fantasma de la adicción, el alcohol, otro tipo de sustancias, los miedos, la ansiedad... Ah, una batalla me queda: el tabaco. Mi estado interior se refleja en lo exterior. Creo que es así y no al revés como funciona.

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-Dan ganas de salir a buscar pelea.

-[Ríe] Bueno, yo siempre estaré agradecido a aquellos dos aficionados del Chelsea que me partieron la cara.

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