«Son testimonios reales y la premisa fue trasladarlos al teatro con honradez»

– ¿Cómo se llevan al teatro unos reportajes radiofónicos? ¿Es compleja la adaptación?

– La idea partió de Santiago Sánchez, director de la compañía valenciana L'OM-Imprebís, quien, en contacto con los demás directores, valoró que solo con escucharlos tenían un documento teatral. Generalmente se toman elementos de ficción, como en las adaptaciones de novelas, pero en este caso son testimonios reales, por lo que la premisa esencial fue trasladarlos al teatro con muchísima honradez y poca espectacularidad, no cabía aquí. Cada propuesta tiene su vida y esencia y, en este caso, la consigna del traslado fue esa.

– Son seis historias con seis actores, seis directores... ¿Fue ese ensamblaje lo complejo?

– Los dramaturgos escucharon más reportajes de los seleccionados y ellos eligieron los documentos que más les emocionaron y entendían. Cada director trabajamos en casa y nos juntamos al acabar la labor individual.

– Y cuatro compañías...

– Entre las cuatro compañías se repartieron los seis monólogos: dos, Corsario y Micomicón, hacen uno, y L'OM-Imprebís y Temple hacemos dos.

– En origen la obra era distinta, ¿no?

– Estrenamos en septiembre de 2019, antes del 'fin del mundo', la pandemia. El espectáculo, en Logroño, no va a ser como nació, puesto que en original tenía una itinerancia. Los espectadores buscaban a los actores por distintas partes del teatro, como el foso y un camerino. Eso la pandemia se lo ha llevado por delante por la distancia social, etc. La primera función que hicimos tras el estado de alarma fue en agosto en Ponferrada y la hicimos toda seguida en un único espacio y sin que el espectador se moviera, porque si no era un jaleo con esta situación. Ahora el espectador ve una obra con otra intensidad pero también otra magia. La itinerancia daba un placer al público, como el de conocer ciertas partes del teatro, pero ahora, esta versión, que es la única que podemos hacer, tiene otra gracia.

– El residuo que ha quedado de aquella versión original es que hay público dentro del escenario, ¿no?

– Claro. No recuerdo cuántos caben en el Bretón, porque cada espacio también tienen sus dimensiones y, sí, va a haber público que va a poder ver de cerca los monólogos.

– Empieza a ser más habitual el tratamiento de la memoria histórica en el teatro. ¿Lo siente así?

– Nuestra compañía, Micomicón, lleva casi veinte años tratando estos temas, incluso antes de que el término «memoria histórica» estuviera en el imaginario de la sociedad. Santiago Sánchez fue quien quiso contar con nosotros y afortunadamente nos llamaron. El tema es tan tangible que se convierte en habitual en el cine, la literatura y el teatro, que a veces, es verdad, que le cuesta un poco más, aunque no es tan nuevo.