Lo que más llama la atención de 'Los farsantes' es la escenografía, con un gran bloque compacto de dos plantas y cuatro espacios tan dispares como la cabina de un avión, la habitación de un hospital y un bar. Esto provoca, visualmente, una concepción moderna ... y cinematográfica de la pieza, que gracias a ese juego escénico facilita que la obra resulte ágil pese a las dos horas y media que dura la función.
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También llama la atención que el protagonismo mediático de la obra se lo lleve el actor riojano Javier Cámara cuando la protagonista, en realidad, es la actriz Marina Salas, aunque esto se pueda justificar en términos de marketing con buenos resultados al agotar dos días seguidos las entradas en el Teatro Bretón, en las dos funciones realizadas de la obra.
Pero si hay algo que subrayar de 'Los farsantes' es, sobre todo, el guion, original de Pablo Remón. Y es que, bajo una apariencia de crisis existencial de una actriz, hija de director de cine, y un director de cine, sobre sale una profunda reflexión ya no solo de la identidad personal, también del sentido de la vida y de la autoría artística. Y dentro de esa honda temática se cuelan momentos hilarantes, herederos del humor de los hermanos Marx y Wolly Allen, como cuando un niño de 6 años, encarnado por Javier Cámara sin ninguna caracterización (y lo que mejor habla de su trabajo, sin necesitarla), le espeta una feroz crítica teatral a la joven actriz en busca de sentido tras interpretar el papel Bruja Mala del Oeste en una función infantil de 'El Mago de Oz'.
Hay tanta verdad en esta ficción que parece imposible no pensar en que, en realidad, gran parte de lo que se cuenta tiene una gran dosis de experiencia personal. No obstante, la obra comienza con la concesión, en sueños, de un Goya a la actriz, que ni siquiera estaba nominada, y durante toda la pieza se suceden las referencias a vicisitudes de las producciones y trayectorias artísticas de actrices y directores que cuesta creer que no sean verdad.
Todo lo anterior, todo el clima de verosimilitud, lo otorga, por supuesto, el gran trabajo actoral de los cuatro intérpretes del reparto, encarnando papeles tan estrafalarios como un productor latino adicto a la cocaína, un camarero kazajo o una monitora de pilates.
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