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En esta época tan caracterizada por el culto a la imagen, la pasión por el bronceado resulta fácilmente comprensible. Siempre, claro está, que esta pasión no se desborde, hasta superar los límites de lo patológico. Es entonces cuando se produce un trastorno ... específico, la tanorexia, que supone una notable preocupación para los psicólogos y, por supuesto, para los dermatólogos.
Aparentar aquello que el estudio o la fortuna han negado constituye una actitud tan antigua como la humanidad misma. El hidalgo hambriento se echaba migas para demostrar que había comido y se cubría con la capa los harapos interiores. A mediados del siglo pasado, familias venidas a menos se encerraban a cal y canto en sus casas para presumir luego de un veraneo inexistente.
Quienes no se resignan a un color de su piel en sintonía con el frío y nublado invierno, recurren al sol y al bronceado artificial. Largas sesiones de solárium y rayos UVA les transforman una piel, que veían pálida y demacrada, en un moreno rutilante. Aspecto atractivo, mejores relaciones sociales, mayor autoestima...
La tanorexia afecta, mayoritariamente, a las mujeres entre 25 y 35 años pero, de forma creciente, se va extendiendo también a los varones y al segmento adolescente, en torno a los 15 años. Las raíces de este trastorno suelen tener una acusada imbricación psicológica, como es la baja autoestima. Los afectados buscan el bronceado de forma compulsiva y nunca están satisfechos con los resultados obtenidos tras la exposición al sol o a los rayos UVA.
No atienden a las recomendaciones más elementales, fomentando la exposición solar en las horas centrales del día para acelerar el moreno de su piel. Por desgracia, esta actitud no es exclusiva de los tanoréxicos, ya que se estima que una de cada tres personas que toman el sol lo hace en este desaconsejable horario. La diferencia está en que los obsesionados patológicamente por el bronceado lo buscan de forma explícita, mientras que el resto de los motivos son la irresponsabilidad puntual o la ignorancia y despreocupación por las recomendaciones de los dermatólogos.
En el ámbito de la piel, las consecuencias de la tanorexia pueden ser graves, hasta provocar un melanoma mortal. Los impactos más generalizados son la deshidratación, las arrugas y el envejecimiento prematuro de la piel. En el terreno psicológico, destacan la ansiedad, la baja autoestima e, incluso, la depresión.
Trabajo tienen los psicólogos para encaminar a estos adictos. Y de mucha paciencia tenemos que disponer los dermatólogos para enmendar y corregir yerros ajenos.
Ya decía el Arcipreste de Hita, tan buen conocedor del ser humano, que es propio de nuestra naturaleza profundizar en el error. Y el estado de ansiedad de los adictos al bronceado (hombres y mujeres) viene, una vez más, a corroborarlo. El tratamiento de la tanorexia es multidisciplinar y, en lo referente a la piel, debe correr exclusivamente a cargo de un especialista, en este caso, el dermatólogo.
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