Sublime bordado

La historia es íntima, emotiva y valiente. Una serena e inteligente puesta en escena narra dos historias de amor. Halim (Saleh Bakri) y Mina (Azabal) son un matrimonio sin hijos que regenta una tienda de costura especializada en la confección de caftanes, prenda de gala tradicional, clásica y muy lujosa. Ella está enamorada sin concesiones de su marido. Se lo hace ver y sentir a menudo. En la sastrería entra a trabajar de aprendiz Youssef (Ayoub Messioui), un joven apuesto por el que Halim se siente atraído.

En el interior del local de corte y cosido, centro neurálgico de toda la emoción y ardor que palpita en un relato que se rebela contra los prejuicios, se va a hilvanar una sugerente y viva declaración de amor homosexual en un ambiente reservado y cauto. Se construye un apasionante y bello triángulo donde la mujer es una pieza que ejerce de contrapunto pero las puntadas más reveladoras tienen un hilo diferente al que ella quisiera.

La realizadora Maryam Touzani opta por el melodrama puro y armonioso pero escorado hacia la modernidad de su discurso. Plantea una realidad cautiva de represión y angustia y ofrece salidas que apuntan a aires renovadores. Su voz es diáfana y sin cortapisas. Y plasma un retablo social poniendo el dedo en la llaga en las imposturas.