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Sergio Ramírez Mercado. AFP
«Solo a través de la esperanza podremos resolver la contradicción del ser humano»

Sergio Ramírez | Escritor y político

«Solo a través de la esperanza podremos resolver la contradicción del ser humano»

El Premio Cervantes nicaragüense, protagonista de la Revolución Sandinista hoy exiliado, abrirá Futuro en Español el próximo miércoles

J. Sainz

Logroño

Viernes, 18 de octubre 2024, 07:56

El Premio Cervantes Sergio Ramírez Mercado (Masatepe, Nicaragua, 1942) abrirá una nueva edición de Futuro en Español (el próximo miércoles 23 de octubre en el Círculo Logroñés) con una charla sobre el poder de la palabra. Novelista, cuentista, ensayista, periodista, político y abogado, Ramírez fue vicepresidente de su país desde 1985 hasta 1990, pero aquellos con los que hizo la Revolución Sandinista son los mismos que ahora lo condenan al exilio. En 2017 se convirtió en el primer centroamericano en recibir el mayor reconocimiento de las letras hispanas y al año siguiente obtuvo la nacionalidad española. Desde su primera novela, 'Tiempo de fulgor' (1977), a 'Adiós, muchachos' (1999), las memorias en las que recoge sus vivencias políticas, su compromiso ha sido irrenunciable. Y hoy todavía conserva la esperanza.

– En su último libro, 'El caballo dorado' (Alfaguara), prescinde del componente político tan presente en su obra. ¿Por qué?

– Quizás era un desafío que yo mismo me impuse después de salir de Nicaragua al exilio: demostrarme a mí mismo que la literatura no está sujeta a más nada que la libre imaginación. Busqué un tema que no estuviera ligado a mi situación personal o a la situación de mi país y fui a explorar el viaje de una princesa pobre y coja hacia un país de América Latina. No había definido que fuera Nicaragua pero en el fondo tenía que ser así. Es una historia de aventuras, detectivesca, libro de viajes, un libro que explora la relación cultural entre América Latina y España... Muchas cosas a la vez, pero, antes que nada, un libro de imaginación, ficción sobre ficción, donde no hay nada real y el escritor puede ir mostrando al lector las costuras de la escritura.

El compromiso

«Los intelectuales tenemos la responsabilidad de ser críticos y no callarnos»

– Su obra destacó siempre, además de por la calidad literaria, por su compromiso cívico. En su caso parece imposible desligar lo uno de lo otro.

– Sí, yo he sido parte de la vida pública de América Latina, de la actividad intelectual en relación con los temas de la historia y la actualidad. Creo que la palabra compromiso la asumimos desde muy temprano desde la perspectiva literaria en América Latina. Fuera de lo que la escritura misma representa, el escritor se ha asignado a sí mismo un deber cívico, el deber de hablar por los demás desde el prestigio que le da la obra literaria, y ser un crítico de su tiempo y de la sociedad. Esto yo lo asumí desde el principio de una manera natural porque en América Latina está en el aire.

– ¿Qué evolución diría que ha tenido la literatura en América Latina desde el 'boom'?

– El 'boom' latinoamericano tuvo un efecto de multiplicación de los panes. En aquellos años sesenta y setenta hablábamos de un fenómeno de diez o quince escritores, no más, y casi todos hombres. Hoy en día, a estas alturas del siglo XXI, los escritores de América Latina son legión, sobre todo las mujeres. Las mujeres han tomado la delantera. De manera que tenemos muchos nombres que enseñar y mucha experimentación, pero siempre es una literatura muy ligada a los temas de la esfera pública. Si antes los temas venían a ser las dictaduras militares, los dictadores que se vuelven míticos, los abusos de poder, la presencia de los intereses extranjeros, de las bananeras, de las compañías mineras... hoy en día la literatura está atravesada por otros temas que son distintos pero son poderosos: el narcotráfico, la corrupción, las migraciones... Aunque las generaciones cambien no dejan de ocuparse de esas grandes contradicciones.

– ¿Qué piensa sobre el valor del español como idioma común?

– El idioma que hablamos de los dos lados del océano Atlántico sigue siendo muy poderoso y expansivo. En lugar de achicarse, sigue creciendo y expandiéndose. Yo diría que es un idioma invasivo. Tantos migrantes que van hacia el norte, hacia la frontera con Estados Unidos, llevan consigo la lengua y esa lengua se multiplica con sus propios matices del otro lado de esa frontera. Sigue siendo el mismo español pero también hay un español nuevo teñido de términos del inglés. Esa variedad hace que la literatura sea también muy esplendorosa y que sea distinta en cada uno de los lugares donde se escribe.

El futuro

«La humanidad va a dar ese salto en la categoría ética como lo está dando en la tecnológica»

– ¿Qué opinión tiene a propósito de la controversia sobre 'la conquista' de América?

– Yo, en lo personal, en términos culturales y de civilización, me siento muy seguro como lo que soy: un mestizo. Tengo de todo: español europeo, indígena, incluso unas gotas de sangre negra, como decía Darío. Somos una mezcla racial y cultural. Es a partir de esa conciencia cultural desde donde yo escribo. No tengo duda de mi propia identidad . Yo creo que la manera de ver es hacia delante, lo que somos y vamos a ser hacia delante. Y lo pasado, pasado. El pasado no tiene esa relevancia que en algunos momentos se le quiere dar de ajuste de cuentas. Las cosas vamos a resolverlas en términos de futuro, no de pasado.

– ¿Cree que España debería pedir disculpas?

– Es una decisión del Estado español. Es una asunto entre estados. Es un poco sibilino pedirle cuentas al rey cuando es el Estado español el que tiene que tomar esta decisión.

– ¿Qué significa para usted la palabra patria?

– Para mí es un sentimiento muy arraigado, un sentimiento que tiene mucho de nostalgia, de añoranza de un país que, estando al otro lado del Atlántico, sigue estando dentro de mí. A mí me despojaron de la ciudadanía, pero eso no significa nada. Nadie tiene el poder de despojarme de mi propio ser. Sigo siendo lo que soy desde el principio.

– ¿Qué queda de los ideales de la Revolución Sandinista, de la que usted participó y que fue un símbolo para la izquierda de toda América Latina y de España?

– Queda el recuerdo lejano de mi propia juventud, del anhelo que tuvimos de cambiar un país, de la oportunidad de hacerlo y del verdadero fracaso en que quedó. El fracaso de aquel sueño se ha convertido en una pesadilla caricaturesca. Ha terminado siendo lo que nunca imaginamos, una dictadura peor de la que combatimos en día. Esto es un mal sueño.

– ¿Que le hace sentir la Nicaragua de Ortega?

– Una gran tristeza, decepción, frustración... al ver que aquello por lo que luchamos se convirtió en esto.

– ¿Qué papel cree que deben jugar los intelectuales en nuestro tiempo, en una época de descreimiento en comparación con el idealismo de entonces?

– Los intelectuales tenemos la responsabilidad de hablar ante a la sociedad, de expresar una voz crítica y no callarnos. Pero esto, claro, es una opción. Hay grandes escritores que yo admiro, amigos, que no se expresan públicamente sobre las cuestiones de actualidad, que se callan. Pero eso no los hace menos escritores. Yo prefiero el intelectual que se expresa, que adquiere ese compromiso cívico. Hay tantos asuntos de injusticia, de abusos en el mundo, frente a los cuales es imposible callarse. Estamos viviendo una época sumamente crítica. Creo que es el momento más crítico de este siglo con tantos conflictos en el mundo, con tantas guerras, con tantas dictaduras, luchas de poder, tiranías que alteran los resultados electorales como en Venezuela, que quieren quedarse para siempre como en Nicaragua, o que no terminarán nunca como en Cuba... Frente a esto, los intelectuales no deberían callarse.

– La polarización política también se agudiza en América Latina ¿Qué futuro inmediato augura al continente?

– Hay una tremenda polarización. Muchos la atribuyen a las redes sociales, pero yo creo que las redes solo son altoparlantes que amplifican las voces. Yo nunca había visto tanta ideologización, una lucha tan enconada y tanta falta de entendimiento para poder consolidar proyectos que sean viables. Esto divide a la sociedad. Lo vemos también en Estados Unidos. La polarización es tal y nunca la mentira había estado tan presente. Cosas que nos parecen risibles son creíbles para millones de personas, como que hay una máquina para crear huracanes y arruinar a la gente; basta con que lo diga un candidato.

– Desde su experiencia vital, ¿cómo contempla este mundo en el que, aparte de afrontar retos tan inquietantes como los que plantea la IA, al mismo tiempo seguimos siendo incapaces de resolver males tan antiguos como las guerras, el hambre o las injusticias sociales?

– La gran desgracia es que el ser humano ha podido conquistar grandes espacios tecnológicos y avanzar años luz en el desarrollo civilizatorio y, sin embargo, sigue siendo el mismo ser humano, con las mismas mezquindades, las mismas pasiones, los odios raciales, los prejuicios religiosos, esta voluntad bélica, la intransigencia asesina y criminal... Solo mediante la esperanza podremos resolver esta gran contradicción del ser humano, la esperanza de que podamos avanzar hacia un estadio ético distinto del que tenemos hoy en día. Yo no pierdo esa esperanza, no veo el futuro absolutamente oscuro. Pienso que la humanidad va a dar ese salto hacia la categoría ética como lo está dando en la categoría tecnológica.

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