La soledad compartida de Kulunka

La dramaturgia de 'Solitudes' es obra compartida de todos los componentes de Kulunka: el director Iñaki Rikarte y su ayudante, Rolando San Martín, junto con los actores José Dault, Garbiñe Insausti (también creadora de las máscaras) y el riojano Edu Cárcamo. La música es original de Luis Miguel Cobos, también Max a la mejor composición.

Cuenta la historia de un anciano que acaba de enviudar y que, aunque queda a cargo de su hijo y su nieta, sigue sintiéndose solo hasta encontrar la compañía de una prostituta primeriza que desencadenará una serie de acontecimientos cruciales en la vida de todos ellos. «Es aparentemente una historia sencilla pero repleta de metáforas y de reflexiones acerca de las relaciones humanas, la necesidad de afecto, la incomunicación y nuestros prejuicios».

Kulunka Teatro es una compañía formada en Euskadi en 2010 por José Dault y Garbiñe Insausti a la que enseguida se unió Edu Cárcamo, compañero de la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático) en Madrid. Desde sus orígenes, su trabajo se basa en teatro de gesto en el que la máscara actúa como puente hacia una poética visual. Poseen un lenguaje propio y universal que les distingue: la emoción. «Hacemos teatro con máscaras y con el alma», afirmaba el actor riojano el pasado junio tras recoger la manzana del Max junto a sus compañeros. Fue el momento de confirmación de su gran éxito.

Todo empezó con 'André y Dorine', una ópera prima magistral con la que Kulunka sorprendió primero en España y después en medio mundo. En palabras de Cárcamo, «era un espectáculo sin fronteras; nuestra voluntad fue la de descubrir un lenguaje que trascendiera más allá de la palabra». Actualmente llevan unas setecientas funciones en una treintena de países, desde Estados Unidos a China, además de toda Europa. Este verano, después de Hong Kong, han triunfado también en Festival de Avignon y han cerrado más bolos por Francia. «'André y Dorine' todavía tiene camino por delante y 'Solitudes' va andando ya el suyo».

«Empleamos el mismo lenguaje, pero este segundo trabajo ha supuesto una evolución porque la dramaturgia y la técnica interpretativa son más complejas. Ha sido un proceso de aprendizaje y trabajo enorme», recordaba ayer el actor logroñés desde Madrid antes de una función especial para él. «Es muy especial actuar en el Bretón, sobre todo por poder hacer felices a las personas que siempre han estado ahí», añadía Edu antes de coger la furgoneta y poner rumbo a casa. Apenas una parada en la vuelta al mundo de Kulunka.