La voz de... Silvia Marsó

Para aquellos que ya han acudido a algunos de los actos de Voces de la Lengua, seguro que el sonido de una pequeña campana les es más que familiar. En varios de los espectáculos ha servido para anunciar el comienzo de los mismos, pedir la atención del público o guiarlo hasta el escenario donde tenía lugar la representación. Ayer se volvió a escuchar una vez más el sonido de esa campana entre las paredes del Monasterio de Yuso (San Millán de la Cogolla), justo antes de que la artista Silvia Marsó acompañara, con un dulce canto, al centenar de asistentes hasta el Salón de la Lengua, donde el músico Yorch ya la esperaba junto a su guitarra para dar comienzo a 'La voz de su ama'.

El nombre de este recital fue el primero de los homenajes que Silvia Marsó y Yorch hicieron durante la tarde de ayer, en esta ocasión a La Argentinita y a Federico García Lorca, que grabaron una serie de discos recopilando varias canciones populares españolas, con la discográfica 'La voz de su amo'. En este caso, la recopilación que preparó Marsó fue de textos de escritoras, poetisas y cantantes españolas y latinoamericanas, en un emocionante recorrido que comenzó con Santa Teresa de Jesús, y fue saltando de una época a otra, para finalizar con Alaska y su 'A quién le importa', un himno que los asistentes no dudaron en cantar a pleno pulmón, dando el broche de oro perfecto a este pequeño gran homenaje a las voces de las mujeres, a «las voces de ellas», en palabras de la propia Marsó.

Estas no fueron las únicas a las que Silvia Marsó puso voz. A través de canciones, poemas y textos donde la artista contaba pequeñas pinceladas de la vida de estas artistas y escritoras, los asistentes disfrutaron de la obra de numerosas mujeres desde el siglo XVII, con Sor Juana Inés de la Cruz, hasta nuestros días, con Rosalía y su 'Despechá', pasando por Gloria Fuertes, Rozalén o Rigoberta Bandini, entre otras.

El momento más emocionante del recital llegó cuando Silvia Marsó leyó un relato propio que escribió tras una visita al museo Guggenheim de Nueva York, y que dedicó a la mujer anónima del cuadro 'La planchadora', de Picasso, que la marcó para siempre. Marsó cerró este recital con unas palabras que lo resumieron a la perfección: «todas estas mujeres, con su arte y su vida, han cambiado de alguna manera la posición de la mujer en el mundo y en la historia, y sus voces serán eternas».

El público no dudó en ovacionar a Silvia Marsó cuando la emoción pudo con ella al leer su relato, así como en acompañar a ambos artistas con voz y palmas durante su interpretación final de 'A quién le importa', de Alaska.

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