Siempre Lorca

Para elaborar su discurso recurre a la presencia del recalcitrante hispanista irlandés, Ian Gibson, que le sirve de guía, punta de lanza y faro para alumbrar páginas de nuestro pasado. Una voz narrativa, junto a Carlos Saura, Román Gubern, entre otros, para trazar la ruta que llevó a Luis Buñuel hasta la depauperada geografía de Las Hurdes y filmar 'Tierra sin pan' (1933), sin duda una de las piezas más admirables del cine español como una película devastadora.

Con afán de trotamundos y el afilado perfil de historiador que reivindica el empeño de no olvidar la memoria histórica, Gibson, se embarca en una excursión a Extremadura a recoger (indagar) los rescoldos de un filme singular utilizado como acicate de nuestra retrospectiva cultural creada por un genio adelantado a su tiempo. Una clave artística sobre el miserabilismo de la zona que todavía hoy escuece de manera atávica.

Donde acaba la memoria no se limita a la prospección sobre el autor de Calanda y aquel desolador legado sino que emergen también, al hilo del impacto de Las Hurdes, otras ideas que parten ligadas a su germen creativo, dando cancha a la Residencia de Estudiantes de Madrid para nombrar a Dalí y culminar el trayecto en Granada. Última parada, obligatoria, donde la eterna figura de Federico García Lorca extiende sus inencontrables restos y encuadra a tres genios coetáneos que forjaron una cultura única.