Ricardo Romanos. :: justo rodríguez

«Siempre he intentado transmitir el gusto por alcanzar el orgasmo teatral»

Ricardo Romanos | Actor ·

Agosto Clandestino arranca hoy con un homenaje al actor riojano al cumplirse cincuenta años de su debut profesional

Jonás Sainz

Logroño

Martes, 24 de julio 2018, 09:40

Ya de niño jugaba con teatritos y con siete años pisó su primer escenario real. Al cumplirse cincuenta años de su debut profesional, el festival Agosto Clandestino le rinde un homenaje como maestro de cómicos. En este mundo de mentira, Ricardo Romanos (Logroño, 1947) solo ... podía ser actor de verdad.

Publicidad

-Cincuenta años de su debut; no muchos en activo pueden decir eso.

-Fue recién salido de la Escuela de Arte Dramático: 'Oraciones laicas del siglo XX', un oratorio antibelicista de Jesús Cuadrado. Después de Madrid, lo hicimos en Logroño: tres meses después, todavía se publicaban en LA RIOJA cartas de protesta.

-Ya apuntaba usted intenciones.

-Pero yo siempre he querido hacer todo tipo de teatro. Incluso he hecho vidas de santos. Nunca le he puesto pegas a ningún discurso teatral, al contrario. Y he tenido que tocar todas las épocas y géneros: clásico, zarzuela, recitales, teatro del absurdo, las vanguardias...

-Pero su vida es el teatro y siempre se ha expresado a través de él de un modo comprometido.

-Me aburre el teatro que se hace ahora: esos rolletes de parejitas que se producen porque solo se pueden producir espectáculos con dos actores o cuatro como mucho. A mí me gusta el teatro dialéctico. El teatro debe ser un espejo que refleje a la sociedad y haga reflexionar al espectador sobre el mundo en el que vive.

-Eso no tiene época ni estilo, ¿no?

-No, porque seguimos haciendo las mismas gilipolleces que hace mil o cuatrocientos años. Lo mismo en comedia que en drama, la cuestión es hacer teatro comprometido con la realidad social.

-¿Cuánto se la juega un actor?

-A ver, nos lo pasamos de puta madre, pero el actor se la tiene que jugar delante del público. Tiene que darlo todo. De algún modo, vendemos nuestra alma.

Publicidad

-¿No le tentó quedarse en Madrid?

-Un actor no es de ninguna parte. Cuando vine a Logroño a mediados de los setenta esto era un poco embarazoso, es verdad, pero mejoró en los 80 y ahora ya casi da igual dónde trabajes: todos estamos en todas partes. Aquí no me ha ido mal; tampoco me ha sobrado nada, eh. Un actor siempre tiene que morirse de hambre. Y aquí he tenido el honor de trabajar con gente maravillosa y magníficos profesionales.

-Es usted un maestro para la gente de teatro de Logroño.

-Me siento muy apreciado, es verdad. Me emocionó algo que me dijo Fernando Alamañac no hace mucho: aquí hay un 'estilo Romanos'.

-¿Cuál diría que es ese estilo?

-He intentado transmitir el veneno del teatro. Me glorío de haber tenido muy buenos maestros, como Julio Castronuovo y Alberto González Vergel. Lo que ellos me transmitieron a mí es lo que yo he tratado de transmitir: el gusto por la perfección, la máxima entrega para llegar al orgasmo en la cosa teatral.

Publicidad

-¿Alguna espina clavada?

-Salvo un proyecto del que ya ni me acuerdo, no tengo ningún mal recuerdo de más de 150 espectáculos en los que he trabajado.

-¿Y aquella Escuela de Logroño?

-Aquello sí me dolió. Romper algo así por miserias políticas y enmierdarlo todo con mentiras fue una patochada de cuatro gilipollas de Alianza Popular.

-¿Qué se perdió con aquello?

-Contribuir a normalizar el hecho cultural en La Rioja, claro.

-Pese a ello, hoy hay aquí una actividad escénica insólita.

-Hay mucha gente maravillosa haciendo de todo. Yo echo en falta más teatro de texto, pero el teatro en La Rioja está más activo que nunca, sí.

Publicidad

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad