«Siempre hay filtros, pero nos gusta ese balance entre la biblioteca y el circo»

– Empecemos por el final. ¿Su trifulca por X (Twitter) con Liam Gallagher cree que, de servir de algo, será para darles a conocer?

– Ha sido una tontería dentro de las redes sociales, de las muchas que persigue nuestro Admin [el administrador, el bajista Pablo Prieto]. Sabemos que, cuando salen bien y hacen gracia, tienen eco en medios, el algoritmo las magnifica y nos permite darnos a conocer. Eso lo tenemos claro. Creo que Admin buscó hacer la gracia y construir una narrativa de cara a los seguidores pero somos felices más allá de eso por el alcance que tiene, siempre habrá alguien que se sume al carro.

– Todo empieza con el comentario de Gallagher: «A menos que tus guitarras y tu jodida actitud se parezcan a lo mejor del pasado, puedes besar mis...». Y ustedes, si me lo permite, suenan a The Cure y Lagartija Nick...

– Desde el comienzo miramos fijamente a The Cure y los imitamos. Lo de Lagartija Nick me lo dijo Jota, de Los Planetas, que le recordamos a ellos y para nosotros es un orgullo. De todos modos, Admin no sabe inglés, no sabía lo que ponía ahí Liam Gallagher, no entró al trapo de eso. Sencillamente quiso enervarlo porque vio que acababa de publicar y tendría el teléfono aún en la mano para contestar.

– En las canciones de su disco llaman la atención referencias tan dispares, desde Goebbles y Marco Aurelio hasta Georgina y los Power Rangers. ¿La razón?

– Siempre hay filtros y se quedan cosas fuera porque no nos encajan, pero nos gusta ese balance entre la biblioteca y el circo. El Power Ranger nos hizo gracia, lo de Georgina a unos menos pero lo metimos igualmente... Lo de Marco Aurelio es una broma porque mi segundo nombre es Aureliano y era una forma de ridiculizarme a mí mismo. Goebbles sí está más traído a conciencia porque yo había descubierto muchos análisis psicológicos de sus taras, investigué un poco y me terminó saliendo esa canción.

– Una de las cosas que más sorprenden es que no tienen ninguna canción de amor. ¿Por qué?

– Ya... Ahora hemos hecho una colaboración rara con Los Planetas en la que, bajo la fórmula de una canción de amor, hablamos de una relación tóxica con la heroína y, más o menos, nos hemos estrenado en ese género. Pero la de Goebbles también suena a canción de amor, aunque la letra se ría de él. Será que no nos salen bien o nos parecen menos interesantes. Si yo tuviera algo interesante que decir con respecto al amor, lo escribiría, pero para repetir una fórmula que ya no da más de sí prefiero ahorrármelo.

– En cambio, lo que sí parecen protagonizar sus canciones son los temas sociales y de actualidad. ¿Es la pretensión?

– Crítica abierta social, señalando a personas concretas, creo que solo hay una y es muy vana, metiéndome con la FIFA, y tampoco tiene mucha profundidad. En el resto no veo que haya un análisis crítico de problemas que nos acucien. ¿Tú lo ves?

– ¿En 'La calle Elfo' no hablan del problema de la vivienda?

– En la calle Elfo vive mi abuela. Quise hacerle un homenaje y el resto de la canción habla de dioses griegos, pero reconozco que fui consciente de que alguien iba a pensar que también quiere «un pisito en la calle Elfo» y me gustó que así fuera. Te doy la razón.

– Actúan en la Sala Fundición de Logroño y en el festival Rock Land de Santo Domingo con Iggy Pop y Sex Pistols. ¿Les viene bien el fogueo de las salas antes de los festivales de verano?

– Fue la estrategia. Sacamos el álbum en abril y la gira que estamos terminando la montamos entre mayo y junio, cuando, por muchos elogios que recibiera el disco, no nos conocía nadie y las salas que nos abrían sus puertas normalmente tenían aforos como el de la Sala Fundición. Nuestra apuesta era que, para ganarnos el derecho a estar en escenarios grandes, debíamos tener este fogueo inicial de patearnos salas pequeñas de toda España para ganar dos duros, que es lo que obtienes cuando solo pueden venir a verte 150 personas. Por suerte no todos los aforos eran de 150, también de 500, 800, mil y pico... y nos hemos podido mantener económicamente estos meses. Hemos mejorado como banda, que era el objetivo al fijar estos 50 conciertos. Estéticamente queda curioso tocar en una sala pequeñita y en un festival enorme con una diferencia de meses.

– Empezaron siendo muy conocidos solo en Madrid. ¿Tenían respeto por salir de la capital?

– Es evidente que en Madrid podemos vender más entradas, como en Barcelona, pero aunque disfrutábamos de cierta expectación aquí después de tres años haciendo ruidillo en salas, tampoco hemos notado que el 'boom' del disco se redujera a Madrid. Lo que más nos sorprendió es que se nos reclamaban en otras regiones y nos alucinó cómo se vendían en La Coruña, por ejemplo. Pudo darnos respeto porque desconfiábamos del flipao de Malasaña que por llenar una sala de 200 espectadores se cree el puto amo. El que realmente mola es el que mete a esa gente en cada provincia. Tenemos ese discurso bien implantado en nuestras cabezas. Además, tenemos uno de León y un extremeño en nuestras filas. Fuimos recompensados por la fortuna y sentimos alivio ya.

– Han dejado recientemente sus trabajos para dedicarse en exclusiva a la música. ¿Es una cuestión de tiempo o de dinero?

– Por muchos conciertos que haya, en algunos no salen las cuentas, pero en otros sí, así que hemos podido tener un salario bastante decente. Pero ese no fue el motivo para dejar nuestros curros, que nos compensara económicamente, sino que, en mi caso, no podía garantizar a mis antiguos superiores la dedicación que daba antes, así que, por honestidad y salud, lo dejé para dedicarme a la música.