Con solo veinte años Dmitri Shostakóvich (1906-1975) comenzó a escribir 'La nariz', una de las óperas más delirantes, singulares, innovadoras y heréticas del siglo XX. Si en 'La metamorfosis' de Kafka Gregorio Samsa amanece convertido un escarabajo, en 'La nariz' es Platón Kuzmitch Kovalyov ... quien se despierta y constata aterrado que su apéndice nasal ha huido. A partir de ahí, perseguirá su napia por todo San Petersburgo en un descacharrante disparate lírico inspirado en un relato de Nikolái Gogol (1909-1952) que aterriza por primera vez en el Teatro Real de Madrid.
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Estrenada en España en los años noventa del siglo pasado en versiones de cámara, llega al Real en una ambiciosa producción en la que se asocian el Covent Garden de Londres, la Ópera Cómica de Berlín y la Ópera de Sídney . Entre los casi noventa personajes del grotesco reparto figura una presentadora de televisión que encarna Anne Igartiburu. Haciendo de sí misma, en una breve intervención casi al final de la pieza, la presentadora trata de dar sentido al desmadre de esta ópera genial de la que se ofrecen siete funciones entre el 13 y el 20 de marzo.
Es una ópera surrealista y sarcástica en la que Kovalyov, un alto funcionario del Estado, burócrata, engolado, petulante y clasista, despierta sin su apéndice nasal, símbolo de su identidad, estatus social y poderío sexual. A lo largo de los tres actos de la ópera -un 'collage' musical vertiginoso e iconoclasta- el protagonista agraviado, amputado y aturdido, buscará desesperadamente su nariz, que adquiere autonomía 'humana', usurpándole su categoría social y ascendiendo en el sacrosanto escalafón de la administración.
En su frenética persecución, Kovalyov interactúa con una galería de caricaturescos personajes -78 cantados y 9 declamados-, que conforman un puzle onírico con retales de realidad distorsionada y tintes de pesadilla. «En la producción británica se incorporó el personaje que interpreta Igartiburu, sugerido ya en cuento de Gogol. Ella, que se apuntó encantada al proyecto, declama, que no canta, un texto breve que permite entender mejor la obra, inmuscuyéndose en ella para poner orden en un caos delirante», explica Joan Matabosch, director artístico del Real.
Shostakóvich terminó con veintitrés años la partitura de 'La nariz, estrenada en San Petersburgo en 1930, cuando la cruel dictadura estalinista comenzaba a 'callar' a una generación de brillantes artistas e intelectuales que debieron optar por el suicidio, el fusilamiento o la subordinación a los retrógrados y arbitrarios designios del régimen genocida. «Shostakóvich optó por vivir, manteniendo con las autoridades soviéticas un tira y afloja, sometido constante vigilancia y censura, lo que marcó toda su creación musical y su carrera», destaca Matabosch para quien La nariz' «supone un reto descomunal para cualquier teatro de ópera por su complejidad logística» y es «una estimulante pesadilla para el director de escena».
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La obra fue retirada y prohibida en Rusia debido a los ataques de la Asociación de Músicos Proletarios. Estuvo silenciada durante cuarenta años en la extinta Unión Soviética, pese a que Gogol, nacido casi un siglo antes que Shostakóvich y en plena vigencia del zarismo, reivindicara el contenido absurdo, apolítico e «inútil» de su relato. No volvió a subir a un escenario soviético hasta 1974, un año antes de la muerte de Shostakóvich, que escribió el libreto con Yevgueni Zamiatin, Gueorgui Ionin y Aleksandr Preis.
La puesta en escena es de Barrie Kosky, recordado en el Real por su fantástica versión de 'La flauta mágica' recreada como una película de animación. Recurre de nuevo a su cinefilia para reivindicar «la libertad surrealista del cuento de Gogol en detrimento de la crítica social». «Exploramos la atmósfera onírica y burlesca de la ópera con un ritmo cinematográfico en el que las escenas se suceden en un marco oscuro como semejanza de una película», dice. Algo que enlaza con la cultura cinematográfica de Shostakóvich que acompañó al piano películas mudas para ganarse la vida y compuso la banda sonora de más de 30 filmes.
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A la batuta estará el británico Marc Wigglesworth, que vuelve a dirigir al Coro y Orquesta Titulares del Real después del éxito en 2018 de 'Dead Man Walking de Jake Heggie. «El sarcasmo –rayano con el teatro del absurdo– del libreto y la música sin estructura de la partitura –influenciada por la biomecánica de Meyerhold– sostienen un espectáculo tan ácido en su contenido como rabiosamente moderno en lo musical» , resume.
En un reparto mayoritariamente eslavo, personaje de Kovalyov lo encarna Martin Winkler quien estreno en el Covent Garden de Londres la compleja producción por la que desfilan unos personajes que gravitan en el mundo grotesco del burócrata egocéntrico y amargado que interpreta Winkler.
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