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No para. En cuanto acabe la entrevista tiene una reunión por videoconferencia con Los Angeles a cuenta de un biopic en proyecto y luego un directo en Instagram. Ha amanecido en Burgos, donde fue a promocionar 'Las otras niñas' (Reservoir Books) y le ha dado ... tiempo a ver la catedral antes de coger el Alvia de regreso a Madrid. Santiago Díaz -1,95 metros, 125 kilos- es la desmesura, lo mires por donde lo mires. Guionista de televisión, acaba de empezar a rodar una serie, 'El escándalo' (Mediaset), y en su última novela se atreve nada menos que a fabular sobre el destino de Antonio Anglés, el asesino de las niñas de Alcasser. Nadie lo había intentado en 30 años y él lo ha hecho armando una novela que deja sin aliento, de nuevo de la mano de su inspectora fetiche, la obsesivo-compulsiva Indira Ramos, látigo de criminales y microbios. Y todo eso en los ratos que le deja el golf, el basket con su cuadrilla del instituto y las pelis de terror, que devora hasta perder el conocimiento. Es verle con un cuchillo y ni te imaginas de lo que es capaz.
7.30 horas. No necesito despertador. Es abrir los ojos y coger un libro. Una horita, quizá algo más. Ahora estoy con un manuscrito que me han pedido que lea y del que no puedo revelar nada y también biografías relacionadas con mi trabajo de guionista. Después desayuno, todos los días lo mismo. Dos panecillos con queso de Burgos, yogur y alguna pieza de fruta. Soy un aburrido, lo sé.
9.00 horas. Después de la ducha, me voy a dar un 'paseíto' de 10 kilómetros por un pinar enorme que tengo cerca de casa. Tampoco lo hago a diario, porque me lleva dos horas y se me va la mañana.
11.30 horas. Me meto a saco con la novela que estoy escribiendo, la tercera entrega de la inspectora Indira Ramos, después de 'El buen padre' y 'Las otras niñas', que tengo que entregar antes del verano. La verdad es que me lo estoy pasando muy bien, más ahora que ya he definido la trama y tengo hecho todo el trabajo de documentación. Tengo una pizarra con post-its de colorines que me sirve para equilibrar las tramas, para que no queden descompensadas. No es que le sea fiel al cien por cien, pero evita que me disperse y me meta en problemas.
10.00 horas. Me toca promocionar 'Las otras niñas' en Burgos, así que tomo el Alvia que hace transbordo en Valladolid. Antes necesitaba tranquilidad absoluta para trabajar y ahora en el tren tengo algunos de los momentos más productivos. He visto las noticias antes de salir de casa. Ucrania, la pandemia, el desabastecimiento... A veces escucho cosas que yo mismo descartaría en una novela porque nadie las creería.
19.00 horas. Hotel, comida con los libreros y la prensa, firma de ejemplares, entrevista en un magazín de Canal 8 TV, presentación en el Palacio de La Isla... Me preguntan si la novela negra que hacemos en España no es cada vez más escabrosa. Yo creo que la gente pide cada vez un poquito más, quizá porque carga con un bagaje más amplio, y hay que saciar esas ansias. Antes pertenecían a este género sólo las tramas ambientadas en el lumpen, y ahora parece que son las personas 'normales' las que más miedo dan. Imagínate a tu vecino: no lo conoces, ignoras todo sobre su pasado, parece que no mataría una mosca y luego...
21.30 horas. Aquí donde me ves, a mis 50 años y con 125 kilos, sigo jugando al baloncesto. Y lo hago con mi equipo de juveniles de toda la vida, el Fendetestas, como el bandido de Alfredo Landa. Hoy me he saltado el entreno por trabajo, pero no suelo fallar. Jugamos torneos por todo España, el próximo Over40 Basket en Sevilla.
15.00 horas. No hace ni tres horas que estaba visitando la catedral de Burgos y ya estoy de vuelta en casa. Soy comedor, pero cocinillas más bien poco, eso se lo dejo a Patricia, mi chica, con la que convivo desde hace 15 años. Pongo la mesa, recojo, pongo el lavavajillas... en fin. Yo mato por un potaje, por un plato de cuchara, y si ya lo acompaño con una botella de vino, el no va más. Lástima que no sea fin de semana, porque si caigo dormido... ¡me pueden dar las siete!
20.00 horas. Tengo muchos directos de Instagram y clubes de lectura, como el pasado lunes que tocaba uno en una librería de Atocha. Empezamos con la última novela y acabamos hablando de todas. ¿Qué tecla hay que pulsar para atrapar al lector? Lo principal es no aburrir, no meter paja, capítulos que si prescindieses de ellos nadie iba a notar la diferencia. Hay que ofrecer giros, que avance la acción, que resulte adictiva... nada agrada más que oír a un lector que se ha tragado tu libro en dos días. Eso y dejar hacer a los personajes. Yo antes pensaba que eso de que tienen vida propia era una chorrada, pero he descubierto que es verdad. Si los pones en una situación que no les corresponde, ellos mismos se van por otro lado.
11.00 horas. Tengo una afición que no me pega nada, pero que me encanta: jugar al golf. Lo que pasa es que cada día soy más malo, tengo un hándicap de 21. ¡Ojo, que los hay peores! Somos un grupo que quedamos cuando el trabajo nos deja un hueco; unas veces en el campo del Banco Santander en Boadilla, otras en el de la Federación, que está junto a la M-30... La gente piensa que no, pero no veas el ejercicio que haces.
22.00 horas. Somos una cuadrilla de toda la vida, que yo recuerde desde que teníamos 15 años. Ahora con la pandemia se han roto muchos abrazos, pero algunos salimos todavía a cenar a un sitio que se llama El Panorama, aquí por Majadahonda, y luego acabamos en un bar, el Mamaluca, con música en vivo y donde rematamos con una copa. A veces la liamos, lo que pasa es que al día siguiente hay que rendir, y si no eres formal acaba siendo un drama.
10 .00 horas. Estoy enfrascado en 'El escándalo', una serie que escribo con otros dos compañeros. A mí me han tocado los capítulos 3 y 7 (cada uno me puede llevar un par de meses). Hoy toca lectura de guión con el equipo: producción, dirección, vestuario, actores... Hacer guiones es complicado. Tienes que consensuar todas tus decisiones con el equipo y afinar mucho: el espectador que se va ya no lo recuperas.
21.30 horas. Lo único que se me da bien en la cocina es el pescado al horno, así que he puesto una lubina sobre una cama de verduritas. Patricia se acuesta temprano (trabaja en una constructora y madruga mucho), así que yo suelo aprovechar para ver series ('Years & years' y la mejor de la historia de la Humanidad, 'Los Soprano') y pelis de terror. Todas las de 'serie B' que te puedas imaginar, tantas y tan malas que se me olvidan. Eso sí, sin chocolate: como entre una tableta en casa no tengo medida. Igual que con la NBA. Si engancho un partido, me pueden dar las dos de la madrugada.
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