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PÍO GARCÍA
Lunes, 25 de febrero 2019, 11:20
Logroño. SanJerónimo era un bicho de cuidado. También un tipo muy inteligente y un escritor fulminante. Fundó monasterios y tradujo la Biblia al latín; pero cuando alguien le caía mal, le zurraba sin piedad ni conmiseración. Tenía una lengua de serpiente.
A San Jerónimo, sin embargo, le fueron blanqueando la imagen hasta convertirlo en un venerable anciano asceta y erudito, abnegado, inofensivo. A ello se aplicaron con mucho denuedo -y notable éxito- sus abundantes hagiógrafos. Según el Diccionario de la Real Academia, la palabra hagiografía tiene dos acepciones: a) historias de la vida de los santos; y b) biografía excesivamente elogiosa. Como sus autores sabían que la verdad suele resultar confusa e incómoda, se inventaban hermosas leyendas mucho más útiles para sus propósitos. Las Vidas de Santos, que tanta difusión tuvieron hace siglos, parecían agonizar en nuestros tiempos televisivos y escépticos hasta que un nuevo libro ha venido a resucitar el género: el Manual de Resistencia, de Pedro Sánchez, a la sazón presidente del Gobierno español. En 309 páginas despliega ante el lector la peripecia sobrehumana de un santo varón que ha superado trabajos imposibles. Y sin ayuda divina.
¿Con razón? Debemos reconocer que hay mimbres interesantes para armar una buena autobiografía. El lector sabe que Pedro Sánchez se ha sobrepuesto a muchas zancadillas y ha doblegado al aparato de su propio partido. También sabe que ha conquistado La Moncloa cuando nadie daba un duro por él. Incluso sabe que es guapo, osado y tiene suerte. Pero tal vez sienta un poco de rubor al contemplar cómo Pedro se dice cosas bonitas al espejo: «Mi historia es, en realidad, el triunfo de la democracia dentro del PSOE»; «aquella fue la época de 'Pedro el guapo', cuyo mensaje implícito decía: como es guapo, es frívolo»; «haber salvado la vida a 630 personas hace que piense que vale la pena dedicarse a la política»; «puede sonar presuntuoso, pero me doy cuenta de que me crezco en las situaciones difíciles».
Las mejores memorias son aquellas en las que el protagonista se desnuda, a veces dolorosamente, para aventar sus fantasmas. Lean, si quieren un ejemplo reciente, Open, la honesta y fascinante autobiografía del tenista André Agassi. El libro de Pedro Sánchez, al que Irene Lozano dio «forma literaria» -sin demasiado éxito-, pretende otra cosa. Asistimos aquí a la construcción mítica de un héroe, un caballero andante socialdemócrata de olfato infalible, un Ulises que ha corrido mil aventuras, se ha enfrentado con adversarios temibles, ha estado al borde de la muerte y al final, cuando nadie se lo esperaba, llegó a Ítaca. Pero hubiera sido conveniente, siquiera a efectos dramáticos, conocerle alguna flaqueza, algún error, alguna turbulencia íntima.
Contra lo que se ha dicho, el Manual de Resistencia tampoco puede entenderse como un ajuste de cuentas. ¡Al menos eso hubiera sido divertido! En plena campaña electoral y todavía en ejercicio, Pedro Sánchez se muerde la lengua y solo se permite una ironía malévola contra Susana Díaz, su archienemiga. El resto es una monumental hagiografía que deja en el lector una sensación desconcertante: ¿Por qué? ¿Y por qué ahora? Como arma electoral resulta discutible, aunque confortará a los muy devotos de Sánchez, que lo encontrarán inteligente como un San Jerónimo y gallardo como un San Jorge (aunque quizá no demasiado modesto).
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